PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ – PATRIA ROJA
Estimados compañeros:
1. Nos dirigimos a ustedes, en esta ocasión, porque creemos necesario que un proyecto unitario como es el Frente Amplio, debe procesar como método de trabajo constante el debate franco, alturado y reflexivo. Nadie puede decir que el camino a seguir es llano y el horizonte a seguir es transparente. Vivimos tiempos de incertidumbre y de búsqueda, tenemos al frente un enemigo poderoso, a la ofensiva, que no está dispuesto hacerle ninguna concesión voluntaria a la izquierda ni al movimiento popular.
2. Lo hacemos en nuestra condición de partido político que integra, el Movimiento de Afirmación Nacional (MAS), por lo que nos sentimos parte del proyecto unitario de la izquierda y del progresismo nacional.
3. Valoramos la importancia del evento preparatorio. Muchas veces una marcha de largo alienta depende del primer paso. Cómo se desenvuelva y cómo defina las tareas y los métodos a seguir, influirá en la marcha hacia la Plenaria de principios del próximo año, pero también en el futuro del proyecto. De aquí la importancia de actuar con madurez, con amplitud de miras y con objetividad al abordar las diferencias y reconocer las coincidencias.
4. La unidad de las izquierdas, del progresismo y del movimiento social y étnico, no la entendemos como un asunto únicamente coyuntural o electoral, que significaría su achatamiento y deformación, sino más bien como un proyecto estratégico, independientemente de que el proceso que deba seguir tenga como punto de arranque motivaciones de signo táctico electoral o coyuntural. A nuestro juicio, de la manera como se enfoque este problema dependerá mucho si el proyecto avanza y se consolida o, por el contrario, se estanca bajo las urgencias de las elecciones regionales y municipales de 2014.
5. La primera pregunta que se debe responder es, a nuestro juicio : ¿cuál es el objetivo que se busca alcanzar en el corto y largo plazo? Dicho de otro modo: ¿por qué y para qué necesitamos construir el Frente Amplio, independientemente del nombre que se le asigne más adelante? La segunda: ¿quién o quiénes son sus adversarios principales, cuáles las fuerzas a neutralizar y cuáles a ganar? La tercera: ¿cuál es la correlación de fuerzas políticas y sociales en el presente y qué espacio nos proponemos ocupar a lo largo del período, sobre todo de cara a las elecciones generales de 2016? Finalmente, ¿en qué situación se encuentran las fuerzas de izquierda y las fuerzas populares y el movimiento social? ¿A la ofensiva? ¿A la defensiva? Es necesario mirar las cosas con realismo y no dejarnos llevar por la precipitación, los buenos deseos, o sobreestimar nuestras fuerzas.
6. Si bien es cierto que se presentan condiciones favorables para la recuperación de la izquierda y del movimiento popular y social, es también cierto que su aprovechamiento dependerá de la madurez con que se actúe. Poco valen los impulsos emocionales si no tienen, en su base, una evaluación objetiva y serena de la situación concreta en la que nos encontramos. Y la verdad es que las agrupaciones de izquierda que estamos comprometidos con el proyecto, visto en su conjunto, somos aún débiles, con limitado posicionamiento político y de liderazgo, aunque existe un importante sector de la sociedad que aspira a un cambio de rumbo en el país distinto al modelo neoliberal. Pensemos solamente en el 33 por ciento del electorado que votó por Ollanta Humala en la primera vuelta, pese a la campaña brutal de la derecha en contra. Ese electorado está en disputa, sigue suelto, no lo hemos ganado aún. Pensar la unidad sin tomar en cuenta este dato sería erróneo. Cabe una pregunta: ¿lo dejaremos de lado o, por el contrario, debemos esforzarnos por atraerlos? Si es lo último, ¿deben las fuerzas de izquierda cerrarles el paso o bien abrir las puertas para ganarlos a nuestro campo?
7. La estrategia no se define en función de nuestros deseos, ni siquiera de la oportunidad si está presente, sino de nuestros adversarios, de la correlación de fuerzas, objetivos, estrategia y planes con que cuentan. La lucha política y electoral, en fin de cuentas, es la confrontación de voluntades, y éstas son fuerzas concretas que operan para conquistar el respaldo del electorado y la victoria para sí. Desde la izquierda y del movimiento popular aspiramos también a conquistar victorias, entre ellas acceder al gobierno central, condición indispensable para llevar a cabo los cambios a favor del pueblo y la patria. La derecha económica y política lo necesita para perpetuar el modelo neoliberal y los privilegios que representa en favor de las transnacionales y los grandes capitales. Llegado aquí conviene darnos cuenta que esa derecha, la más conservadora, reaccionaria y desnacionalizadora, la “derecha bruta y achorada”, es la hegemónica, y su hegemonía es fácil advertirla en el dominio ideológico, político, económico, mediático, y en el respaldo internacional con que cuenta. No es, pues, un adversario fácil, ni tuerto ni manco, sino que cuenta con objetivos, metas, estrategias e instrumentos poderosos, con una Constitución y una legislación que ha construido para afianzar esa hegemonía, que apunta bien contra la izquierda y el movimiento popular.
8. Es poderosa pero no invencible. Tiene también puntos vulnerables, arrastra consigo contradicciones insuperables, está atrapada por conflictos de intereses que explican su división. El más importante de ellos: no tiene a su favor la razón ni la justicia, pues sirve los intereses de un puñado de personas, lleva a la polarización social, engendra las causas de la violencia, de la corrupción, del entreguismo y el centralismo. Una democracia de verdad le es ajena. Creyentes incondicionales del mercado, al que subordinan todo, también el Estado y la democracia, la educación y la salud, convierten a la persona de ciudadanos en consumidores. El resultado es que concentran la riqueza y el poder, construyen una nueva oligarquía, depredan los recursos naturales en nombre de un crecimiento que excluye a la mayoría, agrede al medio ambiente y perpetúa la condición de país exportador de materias primas. Además, y no es menos importante, se encuentra a la ofensiva, al punto de haber convertido no poco de sus ideas clave en sentido común de la gente, ha cohesionado a toda la derecha y ganado a las fuerzas intermedias al proyecto neoliberal. García, Toledo, Humala, Fujimori, Kuczinsky, entre otros, de acceder al gobierno continuarán el modelo y defenderán la Constitución de 1993. Además, no podemos perder de vista que en el corto y mediano plazo las ventajas seguirán estando a su favor.
9. Revertir esta situación no será tarea fácil. Requerirá mucho esfuerzo, visión estratégica, habilidad política, pero sobre todo recuperar la confianza del pueblo en la izquierda, además de su organización y su unidad. Tarea complicada si constatamos la debilidad de sus representaciones políticas, su escasa vigencia y liderazgo político en la sociedad, la fragmentación social, el debilitamiento de las organizaciones de masas, la posición defensiva en que se encuentra la izquierda en lo ideológico, político y cultural. La batalla electoral, importante sin duda, no lo es todo. Además, venimos de batallas perdidas, incluyendo el paso del ollantismo a la lógica neoliberal. Desde luego que no todo es adverso. Bien mirada las cosas nos encontramos frente a una importante oportunidad para salir de esa situación; crecientes sectores de la población ya no se dejan seducir por la prédica exitista del neoliberalismo, repugnan la corrupción, reclaman justicia social y democracia, exigen atención al tema ambiental, perciben que el modelo de crecimiento primario exportador beneficia a pocos y no garantiza desarrollo.
10. La lucha por la unidad más amplia deviene, así, tarea fundamental para la izquierda, el progresismo y el movimiento popular. No la pequeña unidad para la disputa por puestos en el escenario electoral, que se agota en la coyuntura o que se pierde asfixiada por contradicciones secundarias o los intereses del caudillo de turno. Sino la unidad grande, en torno de un proyecto de país, que madura con la suma de las fuerzas que pugnan por el cambio de rumbo: trabajadores(as), campesinos(as), intelectuales, jóvenes, sectores medios, pequeños y medianos empresarios, indígenas, creyentes y no creyentes, demócratas y patriotas. La historia de la izquierda peruana demuestra la naturaleza perniciosa del sectarismo, de la estrechez de miras, del yo primero.
11. La unidad en marcha hay que entenderla como un proceso, pero un proceso no burocrático ni formalista, sino dinámico y con arraigo de masas. Una unidad en las alturas, de “sabios” que imaginan tener la verdad, que se arrogan la representación del pueblo, ya fracasó más de una vez. La experiencia de Izquierda Unida debe ser recordada al respecto para no volver a cometer los mismos errores cuyo costo fue fatal para la izquierda peruana: con su división pasamos de ser una fuerza de izquierda fundamental a otra, marginal. Dos décadas después aún no hemos recuperado el terreno perdido. Un proceso, además, porque venimos de la dispersión, porque las agrupaciones políticas que hoy la integramos somos aún débiles, porque no se ha superado el trauma del derrumbe de Izquierda Unida ni se han sacado las debidas lecciones del sectarismo y sus consecuencias funestas.
12. Por esa razón, pensar la unidad teniendo como foco las elecciones regionales y municipales de 2014, significaría no entender la dialéctica del proceso. No existe por el momento ningún partido político con capacidad para presentar candidaturas partidarias en todo el país y tener éxito. Cada cual tejerá alianzas de diverso tipo de acuerdo con cada circunscripción regional, buscando de paso los mejores resultados de cara a las elecciones generales de 2016. En nuestra opinión, la izquierda tampoco escapa a esta realidad, más aún con una unidad en proceso de formación. Miradas las cosas estratégicamente, la unidad y acción de la izquierda, del progresismo y del movimiento popular debería enfocarse pensando sobre todo en las elecciones generales de 2016, de modo que cada paso que se dé permita ganar victorias parciales y acumular fuerzas en esa perspectiva. Expresado en sentido figurado: incrementar el caudal de cada afluente a fin de converger alimentando un solo río: la gran unidad de las izquierdas, el progresismo y el movimiento popular de acuerdo con la consigna: una sola representación política, una plataforma común, un candidato único.
13. Por el momento tenemos por lo menos dos organizaciones de izquierda o progresista con inscripción legal (Tierra y Libertad y Fonavistas), que podrían ser la base legal para hacer realidad tal objetivo estratégico. Esta situación obliga a trabajar con cautela y paciencia y no quemar las naves antes de tiempo. Ninguna agrupación, por separado, está en condiciones de convertirse en alternativa electoral al neoliberalismo, ni siquiera de asegurar por su cuenta la permanencia de su inscripción en el Registro de Partidos Políticos. Ciertos éxitos electorales regionales o municipales no garantizan posibilidad de éxito nacional, ni calidad suficiente de su representación política. Pretender que el nombre definitivo del frente electoral en construcción, por ejemplo, debe ya ser definido, no ayuda a la unidad sino a la configuración de bloques que pueden terminar excluyéndose.
14. Hemos expresado, lo repetimos en esta ocasión, que la lucha por la unidad no excluye la lucha de cada agrupación por desarrollar sus propias fuerzas. Sería deseable que cada organización política se fortalezca así como su radio de influencia política y liderazgo. Ello contribuiría positivamente para alcanzar la gran unidad, condición indispensable para defender mejor la soberanía nacional, la democracia, los intereses de los trabajadores y el pueblo, pero también para construir las fuerzas que garanticen la conquista del gobierno central, abrir paso a una nueva constitución, desarrollar una economía multilateral en lugar del modelo primario exportador, y construir un Estado democrático, soberano, descentralista. Pero hay que entender que tal unidad reconoce la diversidad, no elimina las diferencias, se sostiene en la convergencia de puntos de vista y de objetivos comunes. De allí su complejidad, también la flexibilidad que deben tomar en cuenta las organizaciones que lo integran.
15. La plataforma que asuma el Frente Amplio no debería, por esa razón, presentarse como definitiva, sino como un material abierto a discusión de cara a la sociedad. Para unir fuerzas más allá de sus componentes actuales debe, necesariamente, tomar en cuenta a los sectores que se necesita incorporar o ganar. Por lo demás existen coincidencias básicas para aprobar un programa de consenso, que no será el programa de ninguna de las agrupaciones que formarán parte del frente político en construcción.
16. El debate sobre las organizaciones que lo integrarían (políticas y sociales) se resolverá fácilmente si se coloca como eje el concepto de un militante un voto. Es decir, un frente político de afiliados con derechos iguales independientemente de su pertenencia partidista, gremial, étnica, de género o social; y, más adelante, elección de candidatos a cargos públicos proporcional al respaldo alcanzado en elecciones internas. Para ello se requiere desplegar un gran esfuerzo organizativo, afianzar tradiciones democráticas, fortalecer la institucionalidad con el respeto escrupuloso de las normas internas con que se dote el frente político.
17. Para finalizar quisiéramos expresar el compromiso del Partido Comunista del Perú – Patria Roja con el proyecto unitario de las izquierdas y el progresismo. Entendemos que no es tarea fácil. Que requiere responsabilidad, realismo y flexibilidad, que partamos de las condiciones reales y no de los deseos. Como todo proceso supone vencer desconfianzas, superar con paciencia contradicciones que estarán presentes, encontrar los métodos apropiados para cada caso, respetarse mutuamente.
Lima, diciembre de 2013.