sábado, 7 de noviembre de 2009

"Arrepentidos" y elecciones


Posiblemente, los "arrepentidos", los que se acogieron a la llamada "Ley de Arrepentimiento", deben sentirse traicionados por el gobierno (Estado) y, de paso, también asustados. Y no es para menos. La "aparición" del "acta de arrepentimiento" de la parlamentaria andina Elsa Malpartida hace presumir que en cualquier momento pueden aparecer otras actas, cuando ciertos intereses políticos lo requieran, para manipular la coyuntura política o para satisfacer la vanidad de una mal entendida "primicia informativa".

Se supone que las denominadas "actas de arrepentimiento" son compromisos formales entre el gobierno (Estado) y la persona. Ésta se arrepiente de sus acciones, facilita la información que posee, y el gobierno se compromete a guardar reserva y otorgarle seguridad, protección y anonimato a fin de que pueda seguir normalmente su vida.

Este compromiso ha sido roto por el Estado. Porque es del Estado de donde ha tenido que salir la información. Compromete su credibilidad para asumir compromisos similares futuros, pone en inseguridad a las personas involucradas en este mecanismo y puede alentar el retorno de otras a las actividades de las cuales se habían arrepentido.

Es legítimo preguntarse si lo sucedido obedece sólo a la filtración de información o forma parte de la estrategia gubernamental y de la derecha neoliberal, en alianza con cierta prensa, para golpear opciones electorales al 2011, en este caso, la de Humala. En lugar de acudir a la confrontación ideológica, política o programática, se hace uso de argumentos deleznables. Las "actas de arrepentimiento" se convierten en fichas marcadas del juego electoral. Un juego de tahúres.

Es bueno señalar, también, las vulnerabilidades del movimiento nacionalista de Humala. Aún no ha podido vertebrar un tipo sólido, sin fisuras mayores; un equipo parlamentario que muchas veces abona más a la resta que a la suma o una organización no suficientemente unificada. Y claro, en este panorama, las acometidas neoliberales y gubernamentales gozan de mayores espacios y pueden tener defectos más negativos, tanto para las expectativas del Partido Nacionalista como para una alternativa electoral unitaria. Cuando una fuerza es obligada a pasar a la defensiva, se limitará a actuar bajo presión y en escenarios que impongan sus rivales; respondiendo más a los ataques que construyendo su propia estrategia, haciéndola operativa y exitosa.

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