Por Yomar Meléndez Rosas
Leo con envidia que la izquierda francesa (unida) derrotó a Sarkozy en las elecciones intermedias del último fin de semana. Socialistas, comunistas y ecologistas han obtenido casi el 60% de la votación logrando vencer incluso en conocidos bastiones conservadores.
Digo con envidia ya que por estos lares esa unidad se ve un poco distante. Si bien se han logrado constituir importantes alianzas regionales y municipales, algunos de nuestros líderes no comparten el sentimiento de sus bases.
Susana Villarán ha dicho -a propósito de una coalición electoral con el Partido Nacionalista Peruano (PNP)-, que su agrupación no evalúa esa posibilidad pues tiene diferencias con el “liderazgo caudillista” de Humala y, además, porque el presidente del PNP, es “amigo” de Hugo Chávez.
No compartir un tipo de liderazgo ¿es motivo para postergar la construcción de un referente unitario? La propia Izquierda Unida de los ochenta fue tributaria de la manera de dirigir a la que alude Susana y nadie (por lo menos en voz alta) puso objeciones al asunto. Lo importante es cómo la militancia de los partidos o movimientos asumen su rol exigiendo jugar a sus vanguardias el papel que les corresponde.
Ahora bien, ser amigo o amiga de alguien ¿debe impedir coincidencias? La cercanía a Chávez o la vecindad con Alejandro Toledo son cuestiones que se podrán discutir en otro momento. Aquí lo primero es ponerse de acuerdo en un Programa de Cambio para Lima y, si eso funciona, iniciar la discusión de una alternativa nacional que necesita a todos los sectores por igual.
Por su parte, Ollanta declaró que en la acera de enfrente está cuajando un bloque de derechas. Pero ¿no sería mejor preocuparnos también por el bloque de izquierdas? ¿No sería más conveniente dar pasos concretos y devolverle a los afiliados y simpatizantes del Cambio, la esperanza que nosotros mismos tenemos secuestrada?
Estoy convencido que en el campo del progresismo, el nacionalismo y las izquierdas las coincidencias son mucho mayores que las discrepancias. La idea es poner por delante los intereses de la patria, las demandas ciudadanas, las expectativas de millones de personas que están hartos de una manera excluyente de gobernar, de administrar la economía; cansados de políticos angustiados por sus logotipos y su pequeño feudo, preocupados solamente por sus cupos o cuotas.
Sin embargo, sigo siendo optimista en el sentido mariateguista. Confío en la energía y el sentimiento de las masas que más temprano que tarde fundará una izquierda multicolor, una izquierda roja, rosada y verde, una izquierda arcoiris que recupere los espacios perdidos y le devuelva al pueblo la felicidad que se merece.
*Abogado. Vicepresidente Nacional del Movimiento Nueva Izquierda (MNI).