viernes, 22 de febrero de 2013

La fraterna conspiración aprista

Por Luis Gárate

El Partido Aprista celebra hoy el Día de la fraternidad, el 118 natalicio de Víctor Raúl, y ha vuelto a la andadas metido de lleno a favor de revocar a Susana Villarán y  abiertamente de la mano de los sectores más reaccionarios de la política peruana, el fujimorismo y la organización de Luis Castañeda Lossio.
No suficiente con eso, el ex vicepresidente del gobierno de Alejandro Toledo, el empresario Raúl Diez Canseco ha revelado recientemente que altos dirigentes apristas se habrían acercado a él en su momento para apoyarlo en vacar al presidente de la chacana.
Esto no hace más que confirmar el devenir del partido de la estrella, que como hemos visto a largo de su historia está marcado por un juego de acomodos, alianzas y conspiraciones que han ido siempre en contra de la supuesta naturaleza revolucionaria y antiimperialista con la que nació esta organización.
El Aprismo, a pesar de las crisis que han pasado en los últimos años y de su mínima representación parlamentaria actual, es una maquinaria bien engranada que está siempre dispuesta a calentar motores en las coyunturas electorales y que ahora sin duda, y a pesar de las discrepancias de algunos apristas críticos, tiene su liderazgo indiscutible en Alan García.
El grueso de su militancia está compuesto por las “clases medias”, sectores profesionales de la pequeña burguesía, muchos de las cuales vienen de familias de larga trayectoria de militancia, y de medianos y pequeños empresarios que han sabido fluctuar entre sus negocios y el Estado.
Los apristas de hoy cuentan con un equipo con larga experiencia parlamentaria también con una amplia gama de profesiones con experiencia en el manejo de la cosa pública, así como redes y conexiones en importantes sectores del Estado, como la Fiscalía, el Poder Judicial, además de algunos colegios profesionales, universidades públicas y privadas (Villareal, San Marcos, San Martín de Porres, Inca Garcilazo, etc.), el sector salud. También tienen presencia a los sectores más lumpenizados del mundo laboral, como en la construcción, con los que mantienen con vida al membrete de central sindical, la CTP.
Entender al Apra es indispensable para la izquierda, pues a pesar de su inicial inspiración marxista, los rasgos de partido socialdemócrata que adquirió y la identidad de “izquierda democrática” que sostienen todavía algunos de sus líderes, lamentablemente Haya de la Torre y la dirigencia aprista marcaron a este partido en el más ramplón anticomunismo.  
Entre las virtudes del aprismo están la disciplina y un fuerte espíritu partidista de sus bases. Sin embargo también está claro que como parte de su cultura política y especialmente con el liderazgo de García y su entorno, sus cuadros actuales están formados en el más puro pragmatismo. Estos cuadros que son expertos en las componendas parlamentarias, en hacer negocios con el Estado y en generar dinámicas clientelares con la población. 
Su actual participación a favor de la revocatoria sigue en esa línea, impulsada por Alan García que afirma así sus intereses comunes con el ex alcalde Luis Castañeda y prepara el terreno para su retorno como candidato a la presidencia el 2016. Por eso no tienen reparos en aprovechar el escenario generado por una parte de la prensa, y aparecer de la mano de castañedistas y fujimoristas para lograr la revocación de la alcaldesa progresista de Lima. Como ejemplo, García habría puesto a su experimentado publicista Hugo Otero a la cabeza de una campaña marcada por el clasismo y el racismo contra Villarán.
El aprismo busca abrirse camino para regresar al gobierno contra viento y marea, para seguir el camino trazado en el segundo gobierno de García, es decir la “doctrina del perro del hortelano”, la continuidad del modelo neoliberal, la expansión de inversiones y privatización del Estado, ampliando sus redes de influencia y haciendo rentables y turbios negocios en esa ruta. Es tarea de la izquierda el comprender y debelar esa estrategia y construir el más amplio bloque progresista como una alternativa viable a García y la política de la corrupción y la impunidad que está ahora a la ofensiva.

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