domingo, 9 de noviembre de 2008

¿OBAMA REVOLUCIÓN? (I)

"el color de la piel no siempre es sinónimo de cambio o revolución, recordemos a Colin Powell o Condoleezza Rice..."


Por Rolando Breña Pantoja

La elección de Obama, como el próximo Presidente de EE.UU. es, a no dudarlo, un acontecimiento histórico. Sin embargo, hay la tentación de exagerar su significado. Apariciones fulgurantes y triunfales; combinadas con una biografía corta aún pero apasionante, tienden, a veces, convertir a las personas casi en dechado de virtudes y sabiduría, solucionadores de todo problema.

Para empezar, OBAMA no es de raza negra. Su padre es negro keniata y su madre blanca estadounidense. Es entonces, un mestizo. Eso en nada disminuye sus méritos. Su ascensión es una derrota trascendental para el racismo y traerá cambios en las relaciones y correlaciones en la sociedad de EE.UU., pero no es todavía la desaparición del racismo. Puede, incluso, radicalizar aún más las minorías fanáticas.
"La presencia de un no blanco" (la expresión pertenece al canciller García Belaunde) es ya una estimable revolución social ciertamente, pero no lleva necesariamente a los negros al poder, ni mucho menos. El poder no está en el Presidente, está en las fuerzas económicas, financieras, militares. Obviamente los gobiernos de turno pueden introducir reformas y cambios, pero siempre periféricos y secundarios. Además, el color de la piel no siempre es sinónimo de cambio o revolución, recordemos a Colin Powell o Condoleezza Rice, su piel oscura es igual a la piel blanca de Bush, cuando de política, ideología y derechos humanos se trata.

Alejandro Toledo, con optimismo sin límites y con una especie de traspapeleo político, dice que Obama "es la gran esperanza de América Latina", poniendo en sus manos nuestro futuro ya preñado de prosperidad, porque la "gran esperanza" ha triunfado.

A tenor de la campaña electoral podrían darse cambios en aspectos importantes de política internacional. Aparentemente Obama pretenderá superar las formas provocadoras, amenazantes, hostiles, agresivas con gobiernos con los cuales EE.UU. guarda diferencias. Habría diálogo con Cuba, Venezuela, Morales, Correa… El sólo hecho de dialogar es ya un cambio importante. Habrá que ver los contenidos y los resultados. Igualmente tendrá la intención de desentrampar la ya insostenible situación en IRAK. Obviamente se trata de limpiar la imagen de EE.UU., que en los últimos años se ha tornado más negativa en gobiernos y pueblos del mundo con la conducción matonesca, guerrerista de Bush, el "enviado de dios" para salvar la humanidad del flagelo de los terroristas, comunistas, nacionalistas, ateos y todo aquel que amenace la hegemonía y las sagradas formas de vida de EE.UU.

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