Por Luis Gárate
En las últimas semanas, jóvenes analistas han realizado una serie de críticas y planteamientos de cómo está y como debería ser la izquierda. Una saludable preocupación e interés de compañeros como Omar Cavero y Carlos León, entre otros, por abrir un debate sobre la necesidad de un proceso de renovación en el sector zurdo de la política.
Hay consideraciones importantes que ponen en el tapete, como la necesidad de mantener una clara identidad a partir de lo teórico y doctrinal, las tendencias pragmáticas y el coyunturalismo electoral, la necesaria renovación generacional, incorporar con fuerza las aspectos técnicos y de gestión pública en los cuadros de izquierda, la relación con democracia y el autoritarismo, entre otros.
Sin embargo creo que el aspecto central que debemos considerar, tanto como la reflexión y el debate, es el de la acción. No en el sentido de sacralizar el activismo irreflexivo, pero si en vincular estrechamente la critica a la actividad política concreta.
Hablaré desde mi experiencia personal con varios compañeros con los que compartimos la experiencia de la militancia en la Juventud Comunista de Patria Roja. Cabe señalar que la mayoría de nuestra dirigencia central, parte de la intermedia y la mayoría de militantes del partido, son personas que pasan de los 40 y 60 años.
La vida partidista es un reto, pues el diálogo intergeneracional no es siempre fácil, hay algunas brechas pero a su vez grandes aprendizajes en las tareas compartidas. Las generaciones mayores vienen de otra experiencia, una manera distinta de entender la militancia. Se iniciaron en una época donde casi la mitad del mundo era gobernada por Partidos Comunistas o gobiernos de orientación socialista. Dejaron atrás sus estudios, sus trabajos o incluso familias para insertarse a trabajar como obreros, campesinos o líderes vecinales en los pueblos jóvenes. La práctica de muchos de nuestros compañeros mayores está marcada así por el sindicalismo y la vida en las organizaciones sociales de base, que en general hoy están debilitadas y tienen poca renovación dirigencial.
La militancia de hoy no se puede asumir de la misma manera. Somos parte de las generaciones que vimos la caída del muro de Berlín y el fin de la URSS, o hasta lo leímos en los libros de historia, que somos hijos de la revolución digital, la primacía del mercado y el consumismo en la era neoliberal, de las presiones por ser súper competitivos en el “mercado laboral”. Sin embargo también somos parte del resurgir de una izquierda latinoamericana, muy vinculada a nuevos actores sociales y un nuevo tipo de liderazgos políticos.
Un hecho indiscutible es que la izquierda solo puede existir en la medida que se construye desde los movimientos sociales, desde una base real. No será desde los grandes movimientos sindicales y campesinos de los años 60 u 80, pero se afincará en los nuevos sectores del trabajo, en los profesionales progresistas, entre el magisterio, los campesinos y ronderos, los estudiantes universitarios y secundarios, las mujeres y las luchas por la equidad de género y orientación sexual, los ambientalistas, entre otros.
Nuestra apuesta en la militancia de la Juventud Comunista es la de renovar al Partido Comunista del Perú- Patria Roja, fortaleciendo ante todo su institucionalidad, algo de lo izquierda que justamente adolece en buena medida. Se habla mucho de la crisis y debilidad de los partidos, de su escasa renovación, pero si es que no se construye en la práctica esa institucionalidad, tampoco se pueden generar procesos de recambio en los partidos.
En mis pocos años de experiencia política he visto pasar a varios amigos jóvenes y conocidos que criticaban a los partidos “tradicionales” de la izquierda, que empezaron con mucho ímpetu desde la universidad, formando colectivos juveniles con discursos a veces radicales y otras muy renovadores, pero que con el pasar de los años han priorizado sus temas personales y fueron abandonando esos proyectos. En otros casos he visto a algunos de esos colectivos reciclar discursos de los años 60 y reproducir prácticas muy dignas de lo que tanto critican, viejas prácticas y mañas “aparateras”, sectarias y oportunistas.
Recojo de lo planteado por Omar y Carlos que es necesario retomar con seriedad el estudio y el debate teórico, ahora casi abandonado en el terreno académico y más aún en el político. Necesitamos con urgencia la reflexión desde el marxismo y los clásicos, regresando a lo escrito y andado por Mariátegui y los izquierdistas peruanos. En este debate también debemos incorporar toda la experiencia avanzada por los procesos políticos latinoamericanos que han abierto una nueva ventana para la izquierda en el siglo XXI.
En esa línea es necesario generar nuevos espacios, más allá de los partidos, para la reflexión y la producción teórica desde la izquierda. Pero para corregir y superar las trabas del pasado, no se debe obviar a los actores partidarios ni a los actores sociales, sino mantener un diálogo permanente.
Creo por eso que la opción de militar en un partido es válida, no la única e infalible por supuesto. Considero que se aprende y corrige en el camino, y generando la institucionalidad partidista que tanta falta hace en el Perú, para tener nuevos cuadros de la política desde la izquierda, con una buena base doctrinal pero también con altas calificaciones profesionales. La renovación no es solo producto de un deseo, la teoría o solo por un tema generacional, es un proceso no exento de contradicciones, de luchas y ante todo de la voluntad de comprometerse, de disputar y construir nuevos escenarios.