sábado, 12 de mayo de 2007

El espíritu sanmarquino (en sus 456 años)


EL ESPÍRITU SANMARQUINO


Por: Rolando Breña Pantoja

Volví a recorrer “La Casona”. En silencio. En solitario. Recorrerlo no tiene solamente el sabor de los recuerdos. A San Marcos no sólo se llegaba a estudiar. Se llegaba a vivir. Vivir la universidad. Vivir el Perú. Vivir la vida. Chapotear todos los días, hasta casi ahogarse, en las siempre tempestuosas y, a menudo, violentas aguas de la patria. Buscar, casi con desesperación, la esencia de las cosas y, sobre ellas, construir sueños, esperanzas, utopías, para arreglarlo todo a como dé lugar. No importaba, si persiguiendo sueños, podíamos quedar a medio camino. Otros vendrían después. Lo urgente, lo necesario, era jamás dejar de marchar, jamás renunciar. Qué importaba si hubieran o no caminos. Qué importaba, si conquistadores, no sabíamos aún qué conquistar. Qué importaba, si nuestras luces, a veces más cegaban que iluminaban...

San Marcos no es recuerdo ni es huella. Es presencia cotidiana. Marcó nuestras vidas para siempre. Me dio espíritu libre, capacidad de reflexión crítica. Mantener la imaginación y los sueños cercanos, cuanto más lejos parecen. Me dio amor a la patria, a la humanidad. Me dio mi militancia marxista hace 45 años.

Lo que tiene San Marcos de inmenso, de trascendente es su espíritu. El Sagrado Espíritu Sanmarquino. Aquel que acompaña a quienquiera haya transitado sus aguas, sus patios, bebido sus aires; sin importar la profesión, la fe, la doctrina o la filosofía que se pudiera abrazar. Es el permanente espíritu agonista. Es la permanente búsqueda y la permanente lucha (“lucho luego existo”, diría el Amauta). Por eso, es de veras universidad. Es LA UNIVERSIDAD. El “pueblo universitario” gustaba decir Luciano Castillo.

Nombro a mis profesores ya fallecidos (perdón, porque no recordaré a todos): Arguedas, Russo, Dumbar Temple, Tauro del Pino, Sánchez, Tamayo Vargas, Bendezú, Puccinelli, Alarco, Salazar Bondy, Pulgar Vidal, León Bariandarán, La Hoz, Aramburú Menchaca, Castillo, Alzamora, Peña Cabrera, Boggio, Herrera Paulsen...

¡Mi vieja Casona! Con su Salón General, escenario de tumultuosas asambleas de la Federación Universitaria, discursos, polémicas, gritos, enfrentamientos físicos, conferencias, recitales de poetas debutantes: Calvo, Corcuera, Cisneros, Naranjo. Con su Patio de Derecho de históricas manifestaciones, huelgas de hambre, peleas a puño limpio y a mano armada, sus chapuzones en la pileta, donde dirigí mi primer discurso político público. Con sus tomas de local, parlantes estentóreos desde el local de la Federación. Por supuesto, con su quehacer académico, clases, exámenes, investigaciones...

Llegado a San Marcos, me llegaron también, además, las cárceles (incluido El Sexto), la expulsión, la deportación, la dirigencia estudiantil (Secretaría General de Derecho, Presidencia de la FUSM y de la FEP). Disculpen lo personal, es parte de mi historia.

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