Entrevista a Leonardo Boff en Alemania
DW-WORLD: El Papa Benedicto XVI visitará Brasil del 9 al 13 de mayo. ¿Qué espera usted de esta visita?
Leonardo Boff: Tanto el pueblo, como la prensa y la conferencia episcopal son muy abiertos y mantienen la esperanza de que el Papa apoye el rumbo actual de la Iglesia latinoamericana, que siempre ha planteado preguntas de corte social y que considera la marginación de millones de personas una injusticia. El mismo pueblo brasileño es religioso, místico. Aunque muchos pertenezcan a la Iglesia Evangélica del Pentecostés o a religiones afro-brasileñas, todos vemos al Papa como un enviado de Dios, al que tenemos que escuchar.
¿Y qué le espera al Papa en Brasil? ¿En qué situación se encuentra la Iglesia en el 'país católico más grande del mundo'?
La Iglesia en Brasil se enfrenta a grandes retos. En primer lugar el desafío social: todavía hay más de 40 millones de personas que pasan hambre, que viven al margen de la sociedad. Además ha estallado la alarma ecológica. Los negocios agrarios, las enormes plantaciones de soja, las granjas de ganado bovino… Todo eso está destruyendo la selva. Tanto el pueblo como la Iglesia han ido concienciándose paulatinamente de que eso no puede continuar así. El problema mundial del calentamiento de la Tierra acarrea consecuencias nocivas para nosotros. Las cosechas se reducen, las temperaturas aumentan, en el noroeste reina la sequía, en el sur las inundaciones… De todo esto se puede deducir que algo no marcha bien en el planeta. Y que nosotros somos responsables de ello. Esperamos que el Papa aborde este tema y anime a la Iglesia a tratarlo en la Pastoral.
El próximo día 13, el Papa inaugurará el V Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en Aparecida, Sao Paulo, donde alrededor de 500 obispos y representantes eclesiásticos discutirán sobre los desafíos sociales y religiosos de América Latina. ¿Qué mensaje se espera que expanda?
Como el apóstol Pablo proclamó, la Iglesia está construida sobre los fundamentos de los profetas y de los apóstoles. Se apoya sobre las cartas de San Pedro y de San Pablo. Pedro significa tradición, continuidad. Pablo, la cesura, la novedad. Espero que el Papa encuentre el equilibrio entre ambos, pero haciendo más hincapié en la dirección profética, a través de la que podríamos entender mejor los problemas actuales y, entonces, proclamar un mensaje que nos motivase a luchar contra la pobreza, a favor de los pobres y de la libertad total. Así se podría reforzar y continuar con esta línea de actuación, que la Iglesia latinoamericana tomó hace 40 años.
Tras las conferencias de Medellín en 1968, a cerca de la liberación, y la de Puebla de 1979, sobre las expectativas para los pobres, puede que en Aparecida la ecología se convierta en el leitmotiv del compromiso de la Iglesia latinoamericana.
Ahora el tema ecológico está de actualidad. Nosotros lo interpretamos de la siguiente manera: la esencia de la Teología de la Liberación son la opciones que tienen los pobres para luchar contra la pobreza. Pero ahora somos conscientes de que no son sólo los pobres, las mujeres o las comunidades indígenas los que piden socorro, sino también la Tierra. Tenemos que incluirla dentro de las expectativas para los pobres. Este tema es importante en todo el mundo. Desde un punto de vista ecológico, Brasil equilibra el clima global. Lo que ocurre aquí tiene consecuencias a nivel mundial. Sería importante que la Iglesia concienciase a las masas de su responsabilidad y que tratase este tema en la Pastoral.
Joseph Ratzinger visitó Brasil por primera vez en 1985, poco después de que hiciera callar al país como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Esta vez, la Teología de la Liberación no aparece en el orden del día. ¿Ya dejado de ser un tema de actualidad?
La Teología de la Liberación es importante en todas las Diócesis e Iglesias, en las que la cuestión de la justicia desempeñe un papel central. Allí es la Teología de la Liberación el punto de orientación. Lo primordial es que esta teoría sigue estando presente y viva, aunque no tan visible como antes, cuando aún era polémica. El Foro Social Mundial de Porto Alegre y el de Nairobi, celebrado este año, versó sobre la Teología de la Liberación y acudieron más de 300 representantes religiosos de todo el mundo. Estos son muestra de que esta teología sigue estando viva y de actualidad.
Antes de la conferencia de este año, el 14 de marzo, el Papa Benedicto XVI llamó la atención por primera vez tras su nombramiento a un teólogo de la liberación, el jesuita Jon Sobrino, de El Salvador. ¿Cree que se trató de una pista enviada desde Roma, sobre qué dirección debe tomar el CELAM?
No creo. En mi opinión, el Papa no tiene nada que ver con eso. Los tres cardenales latinoamericanos, que pertenecen a la curia romana y son muy conservadores, sobre todo el colombiano Alfonso López Trujillo, se han propuesto perseguir en serio a teólogos. De hecho, Trujillo ya ha nombrado a Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino y a Leonardo Boff. Lo que estos cardenales buscan despejar el camino para el Papa. Pero esta censura no gusta a nadie. Uno de los mejores teólogos de toda América Latina es para estos cardenales y para la Iglesia romana un infame.
¿Tiene el Papa una mentalidad respecto a la Teología de la Liberación más abierta que el clero conservador latinoamericano?
El Papa ya puso punto final a la Teología en 1986 y no volvió a tratar el tema. La Iglesia ha dicho lo que quería decir y ha establecido unas líneas de actuación. Pero se nota, y yo creo que Roma misma es consciente de ello, que la lucha contra la Teología de la Liberación todavía no tiene vencedor. Porque esta teología está presente en todas partes y es la más adecuada para responder a cuestiones como la pobreza o la sobreexplotación de la Tierra.
Ratzinger rechaza en su libro 'Jesús de Nazaret' al 'Jesús político' y a la 'Iglesia politizada'.¿Cree que con ello también intenta disuadir a los católicos latinoamericanos activos políticamente?
Lo queramos o no, la vida de Jesús tuvo dimensiones políticas. Fue crucificado a causa de sus actividades, de su posicionamiento frente a la pobreza y frente a las corrientes religiosas de su tiempo. De ahí que su vida tuviese una dimensión política irrebatible. Todo aquel que no quiera aceptarla no ve al Jesús histórico y mitifica la figura de Jesucristo.
El portavoz del CELAM, David Gutiérrez, dijo brevemente que, a pesar de los gobiernos de izquierdas, en los que también participan miembros de las comunidades de base, las desigualdades sociales han crecido en muchos países latinoamericanos. ¿Sobre qué debería hablar el Papa durante su reunión con Lula, el presidente brasileño?
Es importante mencionar que algunos ministros de Lula creen en la Teología de la Liberación y lo admiten públicamente. América Latina es el continente más dispar del mundo; incluso Africa, que es más pobre, no es tan desigual. Por eso, si el Papa no trata esta cuestión, deja algo muy importante de lado. Espero que preste un oído para escuchar a estos desdichados.
Debería tratarse de un viaje tanto pastoral como político. Uno de los mayores problemas de la Iglesia latinoamericana, sobre todo en Brasil, es la pérdida de adeptos y el crecimiento de la Iglesia Evangélica del Pentecostés.
La Teología de la Liberación es importante en todas las Diócesis e Iglesias, en las que la cuestión de la justicia desempeñe un papel central. Allí es la Teología de la Liberación el punto de orientación. Lo primordial es que esta teoría sigue estando presente y viva, aunque no tan visible como antes, cuando aún era polémica. El Foro Social Mundial de Porto Alegre y el de Nairobi, celebrado este año, versó sobre la Teología de la Liberación y acudieron más de 300 representantes religiosos de todo el mundo. Estos son muestra de que esta teología sigue estando viva y de actualidad.
Antes de la conferencia de este año, el 14 de marzo, el Papa Benedicto XVI llamó la atención por primera vez tras su nombramiento a un teólogo de la liberación, el jesuita Jon Sobrino, de El Salvador. ¿Cree que se trató de una pista enviada desde Roma, sobre qué dirección debe tomar el CELAM?
No creo. En mi opinión, el Papa no tiene nada que ver con eso. Los tres cardenales latinoamericanos, que pertenecen a la curia romana y son muy conservadores, sobre todo el colombiano Alfonso López Trujillo, se han propuesto perseguir en serio a teólogos. De hecho, Trujillo ya ha nombrado a Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino y a Leonardo Boff. Lo que estos cardenales buscan despejar el camino para el Papa. Pero esta censura no gusta a nadie. Uno de los mejores teólogos de toda América Latina es para estos cardenales y para la Iglesia romana un infame.
¿Tiene el Papa una mentalidad respecto a la Teología de la Liberación más abierta que el clero conservador latinoamericano?
El Papa ya puso punto final a la Teología en 1986 y no volvió a tratar el tema. La Iglesia ha dicho lo que quería decir y ha establecido unas líneas de actuación. Pero se nota, y yo creo que Roma misma es consciente de ello, que la lucha contra la Teología de la Liberación todavía no tiene vencedor. Porque esta teología está presente en todas partes y es la más adecuada para responder a cuestiones como la pobreza o la sobreexplotación de la Tierra.
Ratzinger rechaza en su libro 'Jesús de Nazaret' al 'Jesús político' y a la 'Iglesia politizada'.¿Cree que con ello también intenta disuadir a los católicos latinoamericanos activos políticamente?
Lo queramos o no, la vida de Jesús tuvo dimensiones políticas. Fue crucificado a causa de sus actividades, de su posicionamiento frente a la pobreza y frente a las corrientes religiosas de su tiempo. De ahí que su vida tuviese una dimensión política irrebatible. Todo aquel que no quiera aceptarla no ve al Jesús histórico y mitifica la figura de Jesucristo.
El portavoz del CELAM, David Gutiérrez, dijo brevemente que, a pesar de los gobiernos de izquierdas, en los que también participan miembros de las comunidades de base, las desigualdades sociales han crecido en muchos países latinoamericanos. ¿Sobre qué debería hablar el Papa durante su reunión con Lula, el presidente brasileño?
Es importante mencionar que algunos ministros de Lula creen en la Teología de la Liberación y lo admiten públicamente. América Latina es el continente más dispar del mundo; incluso Africa, que es más pobre, no es tan desigual. Por eso, si el Papa no trata esta cuestión, deja algo muy importante de lado. Espero que preste un oído para escuchar a estos desdichados.
Debería tratarse de un viaje tanto pastoral como político. Uno de los mayores problemas de la Iglesia latinoamericana, sobre todo en Brasil, es la pérdida de adeptos y el crecimiento de la Iglesia Evangélica del Pentecostés.
¿Cómo reacciona la Iglesia de Roma ante esto?
Roma ha desatado la alarma, porque en Brasil un 1% de los católicos se unen a la Iglesia Evangélica cada año. Yo, personalmente, creo que la misma Iglesia Católica es responsable, ya que su estructura es demasiado jerárquica. La innovación litúrgica está prohibida. Las estrategias nuevas para acceder a la población están muy controladas. La doctrina está dogmatizada. Todo esto lleva a muchos católicos a no sentirse a gusto y, por lo tanto, a buscar una expresión de la fe más accesible. Pero nosotros sólo contamos en Brasil con casi 18.000 curas, y la mayoría de ellos son extranjeros. Desde un punto de vista institucional la Iglesia brasileña es una catástrofe. La única manera de mantener a nuestros fieles es abriéndonos al pueblo, a las comunidades de base, a los laicos, que también podrían adquirir responsabilidades.
¿Qué opina usted del reproche que se le hace a la Teología de la Liberación de ser en parte responsable del abandono de la Iglesia Católica, por centrarse más en la política que en los problemas espirituales?
Ese es el discurso de los enemigos de la Teología de la Liberación. La mayoría de ellos no han leído nunca ni una línea a cerca de ésta. Las estadísticas muestran que allí donde se aplica esta teología los católicos permanecen fieles a la Iglesia. Allí donde las comunidades de base están prohibidas, como en Río de Janeiro, la Iglesia Evangélica ha crecido notablemente. La Teología de la Liberación no hace sólo política. Los únicos teólogos que escriben sobre la espiritualidad, la oración, la contemplación, etc. somos nosotros, los teólogos de la liberación.
Acaba de decir que sería de gran ayuda involucrar a los laicos. Pero lo que sí llama la atención es que en la conferencia del CELAM, con más de 266 invitados (observadores, expertos, etc.), sólo haya 30 mujeres. ¿Qué opina usted al respecto?
Me parece mal. Y lo peor de todo es que no se ha invitado a ningún miembro de las 80.000 comunidades de base, que son la parte más activa de la Iglesia. Tampoco ha sido invitado ningún representante de la Teología Pastoral, de la pastoral de los indígenas, de los negros, de los que no tienen tierras… La casi total ausencia de mujeres es prácticamente una tradición en la Iglesia, porque a penas se cuenta con ellas en la Iglesia oficial y jerárquica. Son importantes para trabajar desde la base, pero a la hora de tomar decisiones, la Iglesia, institucional y jerárquica, no las considera competentes.
La visita del Papa también ha de servir para reforzar el autoestima de los católicos, de modo que se radicalicen las posturas, por ejemplo, contra la tendencia a legalizar el aborto. Ciudad de México lo legalizó el mes pasado, a pesar de las protestas llegadas desde Roma. ¿Puede la Iglesia retrasar esta evolución?
El tema del aborto está zanjado para la Iglesia a nivel mundial, ya que se ha posicionado en contra del aborto y a favor de la vida de los bebés. Se trata de una doctrina y decisión de la Iglesia mundial, que cada obispo, teólogo y cura debe respetar. En mi opinión, en una sociedad democrática, la Iglesia tiene derecho a expresar su opinión al respecto y a luchar contra el aborto pero, al mismo tiempo, también tiene que respetar la posición contraria. Y cuando el aborto recibe el visto bueno tanto del gobierno como de la sociedad, como ocurrió en Portugal recientemente, en España o en la tan católica Polonia, la Iglesia debe intentar dejar los perjuicios de lado y apoyar a las personas que quieren abortar, como se hace en Alemania, para que mediten más profundamente y consideren la vida como el eje principal para tomar una decisión. Yo, como católico, como teólogo, estoy en contra del aborto porque es un acto de violencia contra la vida. Cada año mueren en Brasil casi un millón de mujeres debido a abortos mal practicados. El Estado debe responsabilizarse ante tal situación. La Iglesia, aunque esté en contra de esta práctica, debería ofrecer una pastoral para estas mujeres. Pero éste es un problema muy complicado y no quiero adentrarme más en él.
Pasemos a otro tema: El Papa Benedicto entabla el diálogo interreligioso. ¿Qué puede aprender de América Latina?
Aquí hemos desarrollado un ecumenismo de base, por llamarlo de alguna manera. Cuando las diferentes Iglesias se ponen de acuerdo sobre un tema, desde pobreza hasta la problemática ecológica, pasando por las desigualdades sociales, entonces trabajamos en un gran equipo. Las diferencias teológicas, que desempeñan un papel tan importante en Europa, ante nuestros ojos no son relevantes. Nosotros trabajamos mano a mano al servicio del pueblo, para mejorar las condiciones sociales y para mejorar el mundo. En mi opinión, ésta es la principal tarea pendiente del Cristianismo: fomentar el trabajo en equipo de las diferentes Iglesias. El Cristianismo ha de ser bueno para el hombre, ha de alimentar la esperanza, motivar el trabajo en equipo y la conservación de la creación.
Uno de los puntos más importantes en la agenda del Papa es la beatificación del padre franciscano Antonio Sant'Anna Galvao. ¿Qué opina usted sobre la política del Vaticano a este respecto? ¿Qué criterios tienen preferencia a la hora de beatificar a alguien?
Los criterios son muy flexibles. El Papa Juan Pablo II beatificó a 5.000 personas. Este cura franciscano es el primer beato en Brasil; se dedicó a luchar a favor de los esclavos, les defendió y sufrió por ello. Era una persona muy simple y cercana al pueblo. No es tan conocido, pero el hecho de que la Iglesia beatifique a este franciscano, que era muy pobre, es una buena señal a favor de que la Iglesia siga desarrollando esta línea de actuación. La ceremonia se celebrará el 13 de mayo, día en que se abolió la esclavitud en Brasil en el año 1888.
¿Puede que el primer santo brasileño consiga ganar adeptos, como muchos obispos esperan que ocurra?
Yo creo que se trata más de un cristianismo de devoción, que se ve respaldado a través del padre Galvao. Pero lo que necesitamos es más un cristianismo comprometido que aclare que, además de las demandas religiosas, la Iglesia también tiene un cometido histórico, que la Iglesia tiene una misión que cumplir dentro de la sociedad. Ha de ayudar a los otros poderes a acabar con la pobreza, a hacer que las desigualdades no sean tan escandalosas. Desde este punto de vista, necesitamos otros personajes que expandan mejor el mensaje.
El día 12, Benedicto XVI dará una charla en el centro de rehabilitación para drogodependientes en Sao Paulo. (El proyecto de ayuda fue fundado por el padre franciscano Hans Stapel, alemán de 62 años, quien, como cura en Brasil, tuvo que enfrentarse en 1979 al problema de las drogas). ¿Qué puede hacer la Iglesia contra la drogodependencia?
Me alegro de que el Papa visite la 'Hacienda' (bautizada como 'Hacienda de la esperanza'). Hans Stapel fue alumno mío; tomó esta dimensión liberadora de la pastoral y hoy se dedica a ayudar a drogadictos. Este constituye uno de los mayores problemas en Brasil, en las favelas y las barriadas pobres. En estos sitios gobierna la mafia de las drogas y es por eso que hay tanta violencia, como en Río o en Sao Paulo. Se ha convertido casi en una guerra civil. Cada año son asesinados más hombres en Río que en Irak. Es un gran desafío para la Iglesia, pero aún mayor para el gobierno. Una sola generación, es decir, la generación actual de la Iglesia, obispos y gobierno no va a ser suficiente para encontrar una solución al conflicto. Se trata de un desafío para una sociedad nueva y democrática, en la que la Iglesia trabaje directamente con la gente de las favelas. Para llegar a ello hay que crear comunidades de base y grupos que lean la Biblia con los pobres (ya existen en Brasil 500.000 grupos de este tipo). Donde existen estos grupos apenas existe la drogodependencia.
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