El Partido Demócrata Liberal (PLD) ha sufrido una histórica derrota en las elecciones legislativas de Japón tras 54 años de Gobierno casi ininterrumpido. Le tomará el relevo el centroizquierdita Partido Democrático de Japón (PDJ), gran vencedor de estos comicios con una amplia mayoría absolita. El PJD de Yukio Hatoyama tendrá en la próxima legislatura 308 los 480 asientos del Congreso frente a los 112 que tenía en el anterior periodo.
Por detrás se quedan el PDL del primer ministro, Taro Aso, con 119 escaños, muy lejos de los 303 que tenía en la anterior legislatura. La tercera fuerza será el Nuevo Komeito, socio del PLD en la anterior legislatura, aunque también ha acusa el desgaste de su coalición de Gobierno y se queda sólo con 21 escaños frente a los 31 que tenía.
Los principales líderes del partido opositor han recibido ya los sondeos y los primeros resultados con la tradicional reverencia de agradecimiento empleada en Japón y con las manos en alto. Minutos después, han llegado los aplausos y los gritos de "banzai" (larga vida, en japonés) que confirmaban una victoria largamente pronosticada por todas las encuestas. En sus primeras declaraciones, Hatoyama se ha referido a los resultados como "la victoria del pueblo".
Las reacciones tampoco se han hecho esperar entre los liberales. El primer ministro saliente y líder del PLD, Taro Aso, ha anunciado que dejará su posición al frente del partido con la mayor brevedad posible.
Los colegios electorales han cerrado sus puertas a las 20.00 hora local (13.00 en España). Unos 104 millones de japoneses estaban llamados a votar. La participación a las 18.00 hora local (11.00 hora española) era cercana al 50%. Además, 14 millones de votantes ejercieron su derecho a voto de manera anticipada. Todas las encuestas divulgadas hasta el sábado ya auguraban una humillante derrota de los conservadores. De 303 escaños a poco más de 100, según estas mismas encuestas.
Yukio Hatoyama, líder del Partido Democrático y gran triunfador de estos comicios, tiene 62 años y se ha presentado a las elecciones con un programa reformista centrado en al necesidad de "cambio" que aboga por reducir el poder de la burocracia nipona.
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