Este septiembre se cumplen 24 años del asesinato del camarada Leoncio Amaya, por acción criminal de las hordas del Comando Rodrigo Franco.
¡Un revolucionario nunca muere, vive en las luchas del pueblo!
Homenaje a Leoncio Amaya Tume
LA
VIDA INTENSA DE UN REVOLUCIONARIO
Por Julio Yovera
Cuando retornó a Piura, en el verano del 80,
llevaba sobre sí una vasta experiencia como hombre de Partido. Había
participado, como aplicado y destacado alumno de la Facultad de Medicina Humana
de la Universidad Nacional de Trujillo, en las luchas del movimiento
estudiantil y popular contra la dictadura.
Leoncio Amaya Tume era de aquellos que unía a su
espíritu rebelde una alegría y una “chispa” muy peculiar en el modo de ser del
poblador del Bajo Piura, heredero de la vieja cultura de los tallanes.
Quienes lo conocieron en la Universidad, lo
recuerdan como un joven optimista, con gran disposición para cultivar el arte.
Con un grupo de aficionados al teatro recorrió las barridas de Trujillo,
llevando no sólo alegría a los pobladores sino un mensaje claro, siempre a
favor del pueblo y del socialismo.
En una ocasión diría, como los grandes maestros :
“el arte le sirve al pueblo o no sirve para nada”.
Llevaba el germen de la justicia y la rebeldía en
su joven corazón. Las acciones del SUTEP, de los mineros, del movimiento
barrial y popular en Chimbote, tenían en Lencho, como le llamábamos, al actor
que recogía las experiencias del pueblo para recrearlas estéticamente y, por
cierto, a partir de ahí, motivar reflexión.
Los hijos del pueblo llegan a la Universidad por
sus conocimientos. En sus aulas adquieren el saber y la ciencia; pueden aclarar
sus dudas; empiezan a explicarse el mundo, el país; sueñan después con
transformarlos para hacerlos mejores.
Por lo menos ese es el ideal de Universidad. Por
eso mismo, muchos son los jóvenes que expresan su malestar contra un orden
injusto, se vuelven contestarios, y muchos son también los que, apenas se
insertan a la estructura del sistema como profesionales, se olvidan pronto de
lo que predicaron.
Con Lencho no fue así. Ya hecho médico, al retornar
a su tierra, al reencontrarse con los suyos por lo caminos arenosos de los
pueblos de Catacaos, La Arena, La Unión, El Tablazo, Bellavista, Vice, se
dedicó a servir a su pueblo con amor y afecto inagotables. Pretendía fortalecer
la conciencia del pueblo. Por eso se dedicó a organizarlo y dar la pelea por un
orden justo.
Lo dicho no es un cumplido.
En nuestra cultura se hace bueno a los malos, si
está muerto. En el caso de Lencho la valoración es absolutamente justa.
Los hombres, las mujeres y los adolescentes, que
entonces eran “churres”, deben recordarlo no sólo curando sus males y, en
algunos casos, obsequiando medicinas, sino sobretodo, infundiendo ánimo a quien
lo necesitaba.
Para Lencho la propuesta del Partido carecía de
sentido sino se llevaba a la práctica. Por eso, asumió con especial interés el
estudio e investigación; como médico sistematizó las experiencias que tuvo con
la población; produjo importantes trabajos sobre medicina y salud.
Su concepción de la medicina era sencilla y
efectiva: organizar a la población para prevenir la enfermedad.
Organizó los Comités de Salud en varios distritos
del Bajo Piura. Fue el primer médico que se aproximó con interés profesional a
los “terapeutas populares” (nombre que generalizó para referirse a los
“curanderos”). Se ligó tanto a este sector que el Primer Encuentro de Medicina
Natural y Folklórica del Departamento de Piura, realizado después de su
asesinato, llevó su nombre.
Nuestra camarada pensaba que un profesional
comunista debía ser un buen profesional y tejer lazos duraderos con las masas.
Con esa premisa trabajó con su pueblo, el Distrito de La Unión. Así, devino,
poco a poco, en líder, en líder verdadero.
Organizó el Frente de Defensa de los Intereses del
Pueblo de La Unión, del que fue su primer presidente. Formó también el Comité
Pro Electrificación, que coronó con sexito la instalación de fluido eléctrico
en un pueblo que hasta entonces vivía en las tinieblas.
Estaba dotado de una capacidad enorme para
construir.
Los enemigos del pueblo sentían que Lencho les
estorbaba a sus fines egoístas. Y por eso se propusieron liquidarlo. Primero
iniciaron una campaña de desprestigio contra su persona. Después, las amenazas.
Y, finalmente, en una de las calles de su pueblo, le dispararon a matar.
¿Quiénes lo asesinó? La gentuza del llamado Comando
Rodrigo Franco, a finales del desprestigiado y repudiado gobierno de García.
Su muerte nos dejó un vacío y una gran lección.
Quien lucha toda la vida se vuelve imprescindible como decía Brecht. Quien ama
al pueblo se gana el odio de los explotadores y sus sirvientes. Lo que no
significa que hay que dejar de luchar. Al contrario, hay que saber luchar.
Su sepelio fue multitudinario. De todos los
rincones del valle del Bajo Piura, llegaban personas de rostros llorosos y
apesadumbrados a decirle: “hasta siempre compañero médico”
Se fue en la plenitud de su vida.
Lencho, tu ejemplo nos alienta y por eso te
decimos:
Seguiremos en este trajinar convencidos que
nuestros ideales no sólo son hermosos sino razonablemente viables y humanamente
justos.
Hoy más que nunca.
3 comentarios:
CERDO DE IZQUIERDA QUE HACES CON TODA ESTA BASURA COMUNISTA PERRO DE MIERDA TE VOY A MATAR CUANDO TE VEA EN LA CALLE ANIMAL, NO, PEOR QUE ANIMAL, CACA DE PERRO, PEOR QUE ESO, COMUNISTA ES LO QUE ERES IMBECIL DE IZQUIERDA
Aquí el cerdo eres tú pedazo de mierda, que no respeta ni valoriza la historia objetiva, tal y como es, que tarde que me enteré de este comentario, quizá ya esté muerto. En fin, respetemos los hechos tales como han ocurrido, que seas un capitalista no te hace más, basofia absurda. haber si después de esto te das cuenta que has vivido engañado, nuestro pueblo tuvo un gran líder "Arriba Leoncio Amaya" Siempre Arriba !!!! En nuestras mentes siempre vivirás.
Grande Leoncio, siempre fue uno de los mejores de nuestro pueblo. Trajo bien, no como la mierda del Apra! Arriba Leoncio.
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