Discurso de Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua, en el LXII Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 25 de septiembre de 2007.
Por: Daniel Ortega
Quiero iniciar recordando a los millones de seres humanos víctimas de las políticas del colonialismo y del neocolonialismo; recordando a las víctimas del holocausto; recordando a las víctimas de Hiroshima y Nagasaki; recordando a las víctimas de la esclavitud, del apartheid; a las víctimas de la guerra de ocupación de Viet Nam y Afganistán, de República Dominicana, de Granada, de Panamá, de Nicaragua; a las víctimas de ese heroico y noble pueblo cubano que ha sufrido agresiones de todo tipo y un bloqueo brutal e inhumano; a los cinco héroes prisioneros del imperio por luchar contra el terrorismo.
Recordar a las víctimas de los atentados terroristas en el World Trade Center; a los millones de hombres y mujeres que han sido víctimas y siguen siendo víctimas del genocidio producido por el capitalismo global; a las víctimas de la discriminación y el apartheid provocadas por quienes niegan su ingreso en los países desarrollados a los pueblos que en América Latina tratan de ingresar a Estados Unidos y a los pueblos que en África y en Asia tratan de ingresar a las naciones europeas.
Nuestra reflexión, nuestro reconocimiento y nuestra solidaridad para las víctimas de los desastres naturales, que son a la vez víctima de las políticas del capitalismo global imperialista que con su política desarrollista sigue provocando destrucción, muerte y pobreza, convirtiéndose en el mayor agresor de la madre Tierra, destruida hoy por esa avaricia del capitalismo imperial.
Recordando a las víctimas recientes de fenómenos naturales ya que han sido estimulados por esa depredación provocada por el capitalismo global imperialista, las víctimas del huracán Katrina, las víctimas del terremoto en el Perú, las víctimas de las inundaciones en África, las víctimas de los pueblos originarios, del pueblo misquito, del pueblo mallama víctima del huracán Félix en tierras centroamericanas, latinoamericanas y caribeñas, en la tierra de Sandino y de Rubén Darío.
Estos hermanos de los pueblos misquitos y mallamas que lograron su autonomía en el año 1987 y que hoy participan en un proceso donde van a ser reconocidos sus plenos derechos, establecidos por esa Ley de Autonomía, me han pedido reconocer a Naciones Unidas, porque después de esa larga batalla por más de 20 años, finalmente se empiezan a reconocer los derechos de los pueblos originarios, y me han pedido hacer circular aquí en Naciones Unidas un documento firmado por los hermanos líderes de los pueblos misquitos, de los pueblos mallamas, de los pueblos afrodescendientes, víctimas del huracán Félix, para que este documento circule ante todos ustedes, hermanos representantes de los pueblos de nuestro planeta.
Hace 18 años tuve la oportunidad de dirigirme, en ese período del año 1979 al año 1989, a esta Asamblea General de Naciones Unidas y recuerdo perfectamente bien lo que eran los discursos, lo que eran los mensajes, lo que eran las posiciones. Han pasado 18 años, gracias a la lucha inclaudicable del pueblo de Sandino, estoy nuevamente aquí dirigiéndoles a ustedes estas palabras. Y hoy por la mañana, cuando se iniciaba esta Asamblea General, escuché con atención las palabras del segundo orador, que se tomó exactamente 20 minutos —y espero no pasar de los 20 minutos—, y no encuentro ninguna diferencia entre lo que era el pensamiento, la palabra, la acción de quienes entonces estaban al frente de esta potencia imperial, con el discurso que he escuchado esta mañana.
Cambian los presidentes en Estados Unidos y pueden llegar con la mejor buena intención, y pueden pensar que le están haciendo un bien a la humanidad, porque no logran percatarse de que no son más que instrumentos de un imperio más, de los tantos imperios que se han impuesto sobre nuestro planeta. Pero olvidan que la vida de los imperios es efímera en relación con el tiempo, que así como surgen, que así como se llenan de soberbia y de prepotencia, así como se plantan a dictar como dioses quién es bueno y quién es malo, así como se ponen a dictar cómo entregar lo que ellos llaman asistencia, que no son más que las deudas históricas que tienen con nuestros pueblos, ellos, sencillamente, lo que están haciendo es respondiendo al imperio, a las políticas del imperio. Por eso no es de extrañarnos que nos encontremos no solamente con el mismo discurso, sino con las mismas circunstancias de opresión, de violencia, de terror que sufre la humanidad, hoy más amenazada que hace 18 años —cuando tuve la oportunidad de hablar aquí en Naciones Unidas—, hoy bajo la tiranía del capitalismo global imperialista.
Y hay un orden económico internacional, claro que hay un orden económico internacional; pero, ¿quiénes dictan ese orden económico internacional? Lo dicta una minoría de dictadores que imponen sus intereses, que no son nuevos; fueron los que esclavizaron a los pueblos africanos, fueron los que esclavizaron y sometieron a nuestros antepasados indígenas, fueron los que exterminaron a los pueblos originarios aquí en Estados Unidos, y vinieron entonces los inmigrantes de Europa, muy tranquilamente; ¿con el derecho de quién?, a arrasar con estos pueblos y a instalarse como dueños de lo que no les pertenecía.
Les robaron a estos pueblos sus derechos, su cultura, y se impuso la cultura y se impusieron los intereses de los colonizadores. Ahí nació lo que hoy se presenta como la democracia más ejemplar en el mundo, cuando realmente es la tiranía, la dictadura más gigantesca y más impresionante que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad: la tiranía del imperio norteamericano. Y si no, veamos cómo nos habló el señor Presidente esta mañana, con una total falta de respeto, hablando de Cuba, cuando representa un sistema que ha mandado a asesinar al presidente de Cuba, nuestro querido hermano Fidel Castro, al cual honramos, porque ha sido extraordinariamente solidario, firme, consecuente con sus principios en la lucha por la humanidad.
Ellos, que se han empeñado en mantener ese bloqueo brutal en contra de Cuba, mientras que, por razones de intereses de Estado, no toman en cuenta sus llamados principios democráticos, cuando por razones económicas entrelazan acciones comunes con otras naciones, con las cuales supuestamente existen diferencias ideológicas. El capital los une y ahí desaparecen las diferencias ideológicas.
¿Con qué autoridad viene a cuestionar el derecho de la República Popular de Corea del Norte, con qué derecho? ¿Con qué derecho viene a cuestionar el derecho que tienen estos pueblos a utilizar el desarrollo atómico con fines pacíficos? Y aún más, si quisieran utilizarlo con fines militares, ¿con qué autoridad, con qué derecho, el que ha sido el único estado que en la historia de la humanidad ha lanzado bombas atómicas sobre pueblos indefensos, como las lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki? ¿Con qué autoridad trata de condenar al pueblo de Irán que está trabajando por un desarrollo de energía atómica con fines pacíficos? Pero es que ya ellos decidieron que no es con fines pacíficos, ¿pero quién les ha dado ese derecho a ellos? Ese derecho se lo dan ellos mismos y se lo imponen a esta Asamblea General, porque esta Asamblea General no es más que el reflejo de esa realidad que vive el mundo, donde una minoría capitalista, imperialista, que hoy se impone con el capitalismo global y establece un orden para explotar, para oprimir, para empobrecer, para seguir esclavizando, para seguir provocando el apartheid en contra de los inmigrantes latinoamericanos y en contra de los inmigrantes africanos en Europa... Porque el capitalismo global es uno solo, tiene una cabeza, pero es uno solo, tiene sus tentáculos por todos lados.
Entonces, ¿con qué autoridad el país que es el poseedor del mayor armamento atómico en todo el planeta, y con qué autoridad otros países que son poseedores de armamento atómico vienen aquí a tratar de cuestionar el derecho de otros pueblos al desarrollo pacífico de energía atómica, cuando ni siquiera tienen autoridad moral para cuestionar el derecho de cualquier pueblo a desarrollar la energía atómica con fines pacíficos y con fines también militares?
No es ese, lógicamente, el mejor camino para la humanidad; el mejor camino para la humanidad es que desaparezca el armamento atómico. Si Estados Unidos, si los presidentes norteamericanos —y no quiero personalizar en un presidente la conducta del imperio, porque el imperio es el imperio, independientemente de quién esté al frente del imperio; llámese demócrata o llámese republicano, el imperio es el imperio—, si este pueblo quiere demostrar realmente que está convencido, que es necesario acabar con la amenaza del uso de la energía atómica con fines militares, pues tiene que ser el primero en dar el paso para empezar una política de desarme nuclear a la cual se sumen todos los que poseen armamento nuclear, y entonces sí habrá autoridad moral para decir que ningún pueblo en el mundo invierta recursos en el desarrollo atómico con fines militares, y que entonces todas las naciones puedan tener la opción y el derecho también que se les quiere negar a los pueblos en vía de desarrollo, de optar por el desarrollo atómico con fines pacíficos.
Hace 18 años les decía, desde este mismo sitio —se hablaba de lo mismo—, el problema palestino, siempre ensangrentado el pueblo palestino, con una nación ahí que tiene armamento atómico, ahí mismo, enquistada en lo que ha sido el territorio histórico del pueblo palestino. Hace 18 años se hablaba del pueblo de Puerto Rico, de esa nación, que ha venido luchando por su independencia, y ahí está Puerto Rico siempre luchando por su independencia. Estados Unidos sigue expresando con toda claridad sus políticas neocolonialistas, es decir, combinan la forma de dominación más avanzada, más moderna, con la forma de dominación más rezagada, como esa base militar que tienen en Guantánamo; hace 18 años se hablaba del armamentismo y la historia sigue siendo la misma, hace 18 años se hablaba de la guerra y la historia sigue siendo hoy mucho más grave, porque nos encontramos con esa guerra brutal impuesta por el imperio, impuesta por los intereses económicos y petroleros del imperio, que pensó que iba a una tarea fácil al ocupar Iraq y Afganistán, y se ha encontrado con la resistencia de esos pueblos; una invasión que fue lanzada con una campaña de mentiras, porque no es cierto que Iraq estuviese en posibilidades de fabricar armas atómicas.
Entonces, ¿qué puedo concluir? Puedo concluir que el enemigo sigue siendo el mismo después de 18 años; ahora que me encuentro aquí nuevamente en Naciones Unidas, el enemigo sigue siendo el mismo, ese enemigo se llama capitalismo global imperialista, y esto solamente lo vamos a cambiar los pueblos.
Los pueblos que han logrado alcanzar su liberación no ha sido gracias a las bondades de los imperios, sino que ha sido gracias a la lucha, a la sangre derramada por esos pueblos, los pueblos que derramaron su sangre en África del Sur para alcanzar la independencia. ¡Cuántos años de ignominia, de sufrimiento, de esclavitud, de apartheid en África del Sur! Y así podríamos recorrer todo el continente africano, y nos encontramos con que esos pueblos alcanzaron su libertad, a pesar de que los modernos colonialistas intentaban mantener siempre esas formas de ocupación; claro, han asumido las nuevas formas de ocupación, han establecido nuevas formas de dominación.
La liberación de nuestros pueblos está entredicha, son nuestros pueblos los que tienen que seguir dando la batalla, es la unidad de nuestros pueblos, de los pueblos latinoamericanos, de los pueblos centroamericanos, de los pueblos caribeños, la unidad en el ALBA, y que no se vuelvan a repetir acciones como las que lanzaron en contra de Venezuela, cuando a un presidente electo democráticamente le dieron un golpe militar; trataron de repetir la historia de Salvador Allende, la historia de Chile; pero ahí no fue Naciones Unidas, no se convocó a Naciones Unidas para decir: ¡Qué barbaridad lo que está pasando en Venezuela!, y hay que condenar lo que está pasando en Venezuela, porque ese es un gobierno electo democráticamente. No, más bien el imperio corrió inmediatamente a reconocer a los golpistas, y fue el pueblo venezolano el que se levantó para poner en su lugar de nuevo al presidente que ellos habían electo.
Por lo tanto, son los pueblos los que deciden su destino. Por esa razón, para que pueda cambiar Naciones Unidas, hermanos, todos podemos estar llenos de las mejores intenciones, no dudo, incluso, que representantes de países del capitalismo global e imperialista vienen aquí con las mejores intenciones, algunos; pero pierden de vista que siguen en sus propuestas, en sus planteamientos asistencialistas, porque son asistencialistas, cuando hablan de ayuda nos están insultando. Tienen que entender de una vez por todas que así como ellos han logrado lucrar de lo que son las privatizaciones, qué llegan a hacer las grandes empresas transnacionales a los países en vía de desarrollo, dicen que llegan a ayudar. ¿Qué empresario se mete a ayudar? El empresario cuando invierte, invierte para sacar utilidades, el máximo de utilidades que pueda sacar, y no para invertirlas en el país sino para llevárselas, porque los países en vía de desarrollo estamos calificados como países inseguros; es decir, somos víctimas del saqueo y si comparamos los volúmenes de riquezas que siguen extrayendo de nuestros países los países capitalistas, los países desarrollados, ahora en sus grandes empresas, sus grandes capitales, globalizados; si comparamos esas riquezas, esas utilidades con lo que envían los inmigrantes latinoamericanos desde Estados Unidos a sus familias, o lo que envían los inmigrantes de África, de Asia que están en Europa, a sus familias, realmente es una miseria, comparada con los volúmenes de riquezas que son saqueados a diario, por esas formas de opresión institucionalizadas.
En cambio, los inmigrantes que trabajan en Estados Unidos, los inmigrantes que trabajan en Europa, esos inmigrantes trabajan más duro que cualquiera, están en las tareas que ya no la desarrollan ni los norteamericanos ni los europeos, y reciben salarios miserables. Entonces, ¿quién le hace el favor a quién? Aquí ningún favor les hacen a los latinoamericanos, que logran acceder a trabajar en Estados Unidos y que logran recaudar un poco de dinero para mandar, 100, 200 dólares a su familia, frente al saqueo de las grandes empresas, que sí llegan allá no solamente a sacar esas enormes utilidades, sino a tomar la ventaja de la mano de obra barata, a tomar la ventaja de las condicionalidades que imponen los tratados de libre comercio, que, lógicamente, libre comercio que se enfrenten los seres humanos, que se enfrenten las sociedades, que se enfrenten las naciones, a ver quién es el más fuerte. Y se va a imponer, lógicamente, el más fuerte. Es la ley de la selva el libre comercio.
Lo que necesitamos en el mundo es el comercio justo, lo que el mundo demanda es, realmente, un cambio en los países capitalistas globalizados e imperialistas, ahí tiene que darse un cambio, tienen que cambiar ese concepto de libre mercado, tienen que cambiar el concepto de Tratado de Libre Comercio por comercio justo y mercado internacional justo, no es reduciendo los subsidios que se va a resolver este problema. ¿Por qué?, porque, sencillamente, las disparidades son tan enormes que es imposible. No es con migajas que se va a resolver este problema, este problema se resuelve con cambios profundamente radicales, que lleven a la democratización, de quienes siendo una minoría en el planeta Tierra son los dueños de las riquezas, son los dueños del armamento atómico, e imponen sus políticas en esta asamblea, e imponen sus políticas y pasan por encima del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, imponen sus propias leyes, que están ahí claramente establecidas, y que no tienen ningún respeto para la humanidad.
Solamente cambiando en estos pueblos, cambiando en estas naciones, cambiando en estos gobiernos estas políticas es que vamos a tener, realmente, ese mundo justo del que todos hablamos; porque todos hablamos de un mundo justo, todos hablamos de un mundo en paz, todos hablamos de un mundo en fraternidad, en solidaridad, ah, pero, de las palabras a la práctica ahí existe una gran distancia.
Reciban, queridos hermanos, nuestro saludo; el saludo del pueblo nicaragüense, de un pueblo luchador, de un pueblo que ha sufrido las intervenciones del imperio desde el año 1856. Cuando no había triunfado la Revolución de Octubre, esa revolución del gran Lenin; cuando no existía, por lo tanto, el conflicto este-oeste, ya Nicaragua sufría las políticas expansionistas del imperio, y ya Nicaragua se tenía que levantar en armas para poder enfrentarse a los que querían avasallarnos e imponernos presidentes yanquis.
Queremos, hermanos, pedirles que les trasmitan a sus pueblos la convicción, la seguridad de que hoy más que nunca existen también condiciones para la unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Está creciendo la unidad de los pueblos africanos, tiene que crecer la unidad de los pueblos asiáticos; pero libres de ese capitalismo global, porque de qué sirve hablar de socialismo si lo que se está construyendo es el capitalismo, y si lo que se está dando es una santa alianza con el capitalismo global e imperialista.
Tenemos que construir esa gran unidad en África, en Asia, en América Latina, donde estamos caminando con la misma fuerza, con el mismo vigor, con los mismos principios que siguen vivos. Los principios de los luchadores africanos, de Lumumba, de Sekou Touré, los principios de los luchadores latinoamericanos, los principios de los mismos luchadores norteamericanos, de Estados Unidos, los principios de los luchadores europeos, los principios de esta América Latina, de Bolívar, de Martí, de Sandino, de Túpac Catari, de Túpac Amaru, esos principios siguen vigentes y seguirán vigentes mientras existan estas formas de opresión.
Tengo la fe en Dios, la seguridad y la certeza de que, así como los pueblos, a pesar de tanta opresión, a pesar de tanta destrucción, no se han rendido ni se han vendido, hoy más que nunca los pueblos se levantan con orgullo, con firmeza, con dignidad y no se van a vender ni se van a rendir frente al imperio capitalista globalizado.
Muchas gracias.