Elecciones en Suiza con tempestad xenofóbica
Sergio Ferrari
Rebelión
Tres ovejitas blancas patean hacia fuera una ovejita negra. Con el escenario de fondo de una bandera roja y blanca de la Confederación Helvética. “Por más seguridad”, es la consigna central. Con tres pequeños agregados: “calidad suiza”; “mi casa, nuestro país”; “por una Suiza fuerte”.
Tal la imagen de un afiche que en miles de ejemplares y en las cuatro lenguas nacionales está pegado desde hace semanas en los principales cartelones de todo el país.
Convirtiéndose en el principal instrumento de la campaña electoral de la Unión Democrática de Centro (UDC) de cara a las elecciones legislativas de este domingo 21 de octubre. De las mismas surgirá un nuevo Consejo Nacional –Cámara de Diputados- y un nuevo Consejo de Estado –Cámara de Senadores- que deberán elegir a su vez, en diciembre próximo, el ejecutivo.
OFENSIVA CONSERVADORA
La histórica democracia directa helvética parece sentir el peso de su ancianidad. La UDC, que invirtió en esta campaña electoral más de 12 millones de dólares, es hoy la primera fuerza política nacional, contando con dos de los siete miembros del ejecutivo colegiado.
Las encuestas le asignan más del 27 % de las intenciones de votos, dejando bastante por detrás al partido social demócrata, en retroceso, con un débil 22 %, así como a los tradicionales partidos radical (derecha empresarial) y democratacristiano, ambos con uno 15 % de intenciones de votos cada uno. Sólo Los Verdes, con una presencia progresista y con un 10 % del electorado es la otra fuerza en crecimiento.
El lenguaje de la UDC es tan duro como simplista y sus consignas de Gobierno no esconden una clara visión nacionalista: no a la entrada de Suiza en la Unión Europea; la reducción de los impuestos y de la cooperación externa; el control creciente, y con mano dura, de la inmigración y de los demandantes de asilo.
Su programa electoral, un mamotreto de casi 80 páginas, llama también a combatir el “pensamiento único de izquierda”, subsidiado desde el Estado con su política cultural abierta. Como alternativa propone, entre otras medidas, el reforzamiento del folklore nacional.
UN PARTIDO CON CAUDILLO
Si en 1975 la UDC había alcanzado apenas un 9.75 % de votos –el porcentaje más bajo desde su fundación-, los años 90 la propulsaron hacia arriba, logrando en las elecciones del 2003 el 22.5 % de votos.
Tras esa espiral creciente sobresale Christoph Blocher, su principal dirigente nacional y caudillo, quien a fuerza de empujones y de resultados positivos llegó al Gobierno en 2003, ocupando desde entonces el sensitivo ministerio de Justicia y Policía. Contrariando la tendencia de todos los otros partidos de extrema derecha europea que se debilitaron al integrar coaliciones de gobierno, la UDC sigue creciendo.
A pesar de representar los intereses de grandes sectores empresariales, su discurso populista seduce y convoca. Tal como lo señala un estudio publicado recientemente por el periódico independiente “Le Courrier”, en 2003 la UDC conquistó el 37 % de los votos de los que ganan menos que el salario mínimo. Es decir, entre el sector social suizo (con derecho a voto) menos pudiente.
CLIMA POLITICO ENVENENADO
La tranquila democracia helvética no sale intacta de este nuevo fenómeno que la sacude. A diferencia de sus campañas electorales tradicionales, la polarización política ha ganado un lugar preponderante en las últimas semanas.
El primer sábado de octubre, una manifestación de la UDC que había previsto recorrer el centro de la capital Berna y que debía concluir en la Plaza Federal, justo frente a la Casa de Gobierno, no logró sus objetivos.
Varias centenas de manifestantes en su mayoría autónomos y de izquierda, obstaculizaron el cortejo originándose diversas confrontaciones con la policía y convirtiendo a la coqueta capital helvética en un inusual campo de batalla. No faltaron en la protesta los activistas encapuchados que se identificaban con el movimiento “bloque negro” (Black block). En tanto más de 3 mil manifestantes expresaban pacíficamente, en otra plaza capitalina - la de la catedral-, su condena al racismo.
Uno de los principales periódicos dominicales suizos demostró una semana después, a través de un fotorreportaje, la presencia en el cortejo *ucedecista* de varios militantes reconocidos de grupos juveniles neo-facistas.
Y en el marco de esa polarización creciente –que se expresa también en los debates públicos entre candidatos- , importantes organizaciones sociales, sindicales, religiosas y de inmigrantes no esconden su preocupación y redoblan las críticas contra la UDC a quien acusan del peligroso clima xenofóbico en aumento en el país.
En pocas horas más de 25 mil personas han firmado por Internet en la última semana una iniciativa ciudadana para exigir que los “debates políticos se realicen respetando al otro, sin xenofobia ni discriminación”.
La misma, que denuncia el afiche de la UDC de las ovejitas blancas expulsando a patadas a la ovejita negra, apuesta a una nueva propuesta.
“La ovejitas de todos colores”, expresión del pluralismo y la diversidad que la sociedad helvética arriesga, aceleradamente, de perder.
Fortalecimiento de la xenofobia, discursos racistas y provocadores... la vida política helvética se ve asaltada por síntomas preocupantes. Justo cuando en la misma Alemania, últimas encuestas revelan un fuerte resurgimiento de las simpatías nazis.