sábado, 14 de julio de 2007

La huelga del SUTEP

La huelga del SUTEP


La “ley de Carrera Magisterial” es una panacea porque permite despedir profesores burros, repiten los asnos de la prensa. Igual que el TLC que es irrebatible porque permite vender productos en Estados Unidos. O que los despidos arbitrarios, que son los que incrementan el empleo en el país. Si fuéramos coherentes pondríamos una evaluación de conocimientos a los periodistas de televisión, radio y periódicos, y los despediríamos si después de un tercer examen no saben distinguir a un comerciante de un invasor, a la coca de la cocaína, y si no pueden responder dónde queda Casapalca o en que departamento está el Purús. Y está por verse quién incide más en la educación de la gente: si el modesto maestro de la escuela pública, a la que sólo van los que no tienen dinero, o el comunicador de medios masivos que está metido en la atención de muchísimas personas.

Pero en el Perú vivimos la dictadura de las corrientes de opinión. En la segunda mitad del año pasado se metió en la conciencia de muchos la idea que la crisis de la educación era producto de la fuerza del sindicato y de la debilidad de los gobiernos. Vamos a evaluar a los profesores y verán que lo que el SUTEP está protegiendo es a un montón de personas que no saben las cuatro operaciones o comprender un texto. Y ciertamente, se puede probar muchos olvidos y desactualizaciones en los profesores peruanos, como producto de decenas de años de abandono estatal: presupuesto educativo cada vez más pequeño, pésima infraestructura, ausencia de objetivos educativos, currículas desactualizadas, nula capacitación, bajísimas remuneraciones, diferente normatividad para educación pública y privada, demagogia electorera con los maestros, pésima calidad de la instituciones de formación educativa (varias de ellas promovidas por miembros del actual Ejecutivo y del Congreso), etc.

¿Cuánto tiene que ver esta situación con la acción del sindicato? Muy poco, seguramente. Cualquiera sean los defectos del sistema de funcionamiento interno, democracia, conducción política, u otro, que existan en el SUTEP, y de veras que hay problemas, eso no incide de manera decisiva en la preparación de los maestros, en sus rendimientos y en los contenidos de los programas de estudio. Esto es elemental. Pero Aldo M. anda vendiendo la especie de que seremos cultos como Suiza, o como él, si nos sacamos de encima a Patria Roja, metemos preso a Huaynalaya y ponemos un cartel de se alquila en el local del sindicato. Vamos Alan, tú sí puedes, le ordena desde Australia, para que la Comisión Permanente del Congreso no vacile en votar el proyecto de ley, como si se tratara de un TLC: de vida o muerte, en paquete y a ojos cerrados. Como que ya lo revisaron los sabios del IPE y el Banco Mundial, y eso es suficiente. ¿Y la huelga? Que dure todo lo que sea hasta que se irriten los padres y podamos reemplazar a los profesores de carrera, por los que no lo son, que en eso consiste la modernidad de la carrera magisterial.

Hay, sin embargo, un detalle que no están considerando. Es verdad que el ministro Chang ganó la partida de la evaluación porque se presentó como que había tenido la energía de imponer su política y de obligar al SUTEP a retroceder y anunciar una media autocrítica. Pero luego siguió la evidencia que la evaluación no servía para nada. La educación siguió a la deriva y las licitaciones de material educativo empezaron a oler a manejo corrupto. Hoy hay varios miles de profesores participando en conflictos en diversas regiones, codo a codo con el resto de la población, y lo estaban haciendo aún antes del inicio de la huelga. El presidente y el ministro están cayendo en las encuestas, y gran parte de su deterioro de imagen es debido al conflicto social que se extiende como mancha de aceite.

En esas condiciones uno mira la cara de Chang y se da cuenta que está pensando en las estadísticas que ofrecerá para negar la huelga, en las resoluciones que aprobará para ilegalizar la medida y ordenar el despido de los dirigentes, en el presidente de la asociación de padres de familia que hace el juego a los apristas con sus declaraciones, en los policías y las bombas lacrimógenas, etc. Imagina que está próxima su segunda victoria. Pero tal vez se equivoca.
Raúl Wiener

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