UN GOLPE AL CORAZÓN DE MACHU PICCHU
Por Mario Tejada
Las dos últimas semanas nos trajeron sorpresas de carácter cultural, en las que el Estado no ha sido ajeno. En un ambiente como el nuestro, donde las noticias de esta naturaleza son áridas, en realidad no sabemos si sonreír con sorna por la forma politiquera y vertical en que se han abordado, o por el desconocimiento de lo que significa realizar acciones de este tipo en un país que carece de política cultural.
Primero fue la censura del INC a la muestra gráfica del artista Piero Quijano, que fuera comentada días atrás por Winston Orrillo; luego, el alboroto creado por los medios de comunicación social (¿?) por la tragedia del grupo musical Néctar, aprovechada en el peor estilo político por el Presidente de la República, acompañado, increíblemente, por el Ministro de Educación y la Directora del INC; y por último, los festejos por el “triunfo” de Machu Picchu, en el denominado concurso: Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.
Sería bueno que a los peruanos de a pie se nos informara cuántos miles o millones de Nuevos Soles hemos tenido que pagar para obtener tan distinguido título en el concurso organizado por el ilustre desconocido Bernard Weber. Y también que se nos informe cuantos millones de dólares fueron a parar a las arcas de esta distinguida personalidad por tan “brillante” idea. Claro, que en la era del capitalismo salvaje en que nos ha tocado vivir, los que destacan no son las mentes más brillantes y las más destacadas inteligencias, sino los poderosos, los que han logrado acumular fortunas en pocos años, y cuyos nombres figuran en las listas de los más grandes millonarios del mundo.
Bill Gates figuró en las primeras planas de todos los medios cuando hace pocas semanas llegó al Cuzco, y casi todos los peruanos estuvimos enterados de la visita del “ilustre” personaje. Pero usted, amigo lector, ¿ha sido informado de la visita de Edgar Morin a nuestro país?, un intelectual considerado como uno de los más insignes pensadores de estos tiempos. Ahora, se comete la barbaridad de hacernos creer que la “distinción” obtenida en este concurso ha sido uno de los más grandes galardones culturales obtenidos por nuestro sufrido Perú.
Lo que se nos ocultó, y el INC jamás lo mencionó, es la posición de la UNESCO respecto a este concurso de marras. Esta institución, encargada de velar por la cultura de la humanidad, señaló: “La UNESCO tiene como objetivo y como mandato ayudar a los países a identificar, proteger y preservar el patrimonio mundial. Para la organización, no basta con reconocer un valor sentimental o emblemático a ciertos sitios y clasificarlos en una lista nueva”. Luego dice: “Esta acción no podrá pues en manera alguna contribuir de manera significativa y duradera a la preservación de los sitios elegidos por el público”.
En una de las muchas entrevistas concedida por la alcaldesa del Cuzco, ella señalaba que la inclusión de la ciudadela entre las nuevas siete maravillas del mundo incrementaría el flujo de turistas de mil y pico a más de cinco mil turistas diarios. Si con la cantidad de visitantes que actualmente recibe Machu Picchu ya tiene problemas de mantenimiento, cómo será con la cifra que alegremente señala nuestra primera dama cuzqueña. Con toda seguridad: la catástrofe.
Recientemente, el diario Perú.21 publicó un mapa del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico con 10 zonas de la ciudadela en las cuales se indica que las rocas graníticas usadas en su construcción ''están muy fracturadas y corren el riesgo de desplomarse si no reciben el mantenimiento adecuado". Pero con la mentalidad de adorar el vil metal, todo parece indicar que lo que menos importa es la protección y conservación de la ciudadela. No se piensa en obtener ganancias razonables, beneficiando a la población y al desarrollo de la región. Ello está lejos del pensamiento y preocupación de las autoridades.
Ya ocurrió y está ocurriendo con nuestra riquezas naturales, igual sucede con los restos arqueológicos ubicados cerca de las ciudades y la arquitectura colonial y republicana, incluida la de Lima. Ahora estamos haciendo todo lo posible para depredar Machu Picchu, y lo festejamos como un triunfo. Esa es la forma como las clases dirigentes siguen llevando al descalabro a nuestro querido Perú.
A propósito, usted sabe qué penalidad le impusieron a los culpables de arruinar una piedra sagrada de la ciudadela durante la filmación de un comercial. Yo tampoco. Ahora, nos presentan como algo positivo la posible destrucción de Machu Picchu. ¡Haremos algo por evitarlo?
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