domingo, 10 de agosto de 2008

Homenaje al mártir la revolución: Jesús ALberto Paéz


UN HEROE: UNA ETAPA HISTORICA

La época dentro de la que se inscribe la lucha de Jesús A. Páez, su trabajo de organización y conducción de masas, su acceso a la conciencia de clase y a la militancia revolucionaria, su liderazgo auténtico, y el sacrificio de su vida, es una época de conmoción, social en la que millones de peruanos se sacudieron de la modorra reformista, enfrentándose a través de renovadas formas de lucha a la dictadura militar que hacía caer, al igual que hoy, el pesado fardo de la crisis económica sobre los hombros de la clase obrera y el pueblo, al aplicar una política económica antinacional y fondomonetarista, de sumisión al gran capital.

La inflación y recesión que caracterizaban la crisis de la estructura económica semicolonial, trajeron a partir de 1975 como consecuencia un incremento acelerado del costo de vida con la consiguiente baja de los salarios reales, el cierre de fábricas y turnos, la reducción de personal, el aumento de la desocupación y sub-ocupación, la miseria, desnutrición e insalubridad para millones de peruanos, anotándose como dato trágico el consumo de nicovita en los pueblos jóvenes de Lima.

Crisis económica de carácter estructural, que sigue siendo el telón de fondo de los enfrentamientos sociales en la presente década, y que no tiene visos de solución dentro de los marcos del actual sistema.

La ofensiva antilaboral y antipopular desarrollada por la Dictadura Militar, tanto en la primera como en la segunda fase (Golpe de Morales Bermúdez en 1975), traían aparejada una abierta y desenfrenada intromisión en las organizaciones sindicales y populares del MLR, el SINAMOS, el SERP, y las Oficinas de participación Social de los Pueblos Jóvenes, adscritas al SINAMOS, con la vana intención de manipularlas, paralelizarlas, e imbuirlas de la idea de conciliación de clases, paz laboral y social y defensa de la revolución humanista.

LA FRAGUA DE LUCHA

Sin embargo, el movimiento obrero y popular desarrollaba su propia dinámica de lucha, desde las bases.

El descontento del pueblo es creciente y se manifiesta en oleadas, con reflujos transitorios para enfrentar la política económica hambreadora y antidemocrática de la dictadura., (Alza de gasolina, recorte de subsidios, etc).

En 1975 entran a la lucha los mineros, textiles, metalúrgicos, obreros de construcción civil, Centromin, Campesinos de Piura, trabajadores cañeros y otros. Se realiza el I Congreso del SUTEP, se impulsa el CCUSC (COMITÉ DE COORDINACIÓN Y UNIFICACIÓN SINDICAL, CLASISTA), las asambleas sindical-populares, regionales, y los FEDIPS.Los primeros meses del 76 se movilizan pueblos jóvenes (Comas, Collique, San Hilarión, Villa El Salvador, etc), contra la intromisión del SINAMOS y la Oficina de Participación Social, levantando la bandera de lucha por servicios y una Federación Clasista, autónoma e independiente.

Los textiles paran 48 horas en Febrero y ante la traición de la dirigencia aprista de la federación, asume la conducción desde las bases el Comité de Lucha del Gremio Textil, siendo uno de los impulsores el Sindicato Nuevo Mundo.

Mientras el APRA se colude con el Gobierno y la dirección de la CGTP dubita sobre una medida nacional de lucha, el CCUSC llama a un Paro y movilización nacional para el 22,23 de Marzo, que logra un éxito relativo, al comprometer a las Federaciones Minera, Cervecera, de ENTEL, SUTEP, Centromin y Sindicatos como Bata, Tabacalera nacional, Nuevo Mundo, Atlas, LGO, Yale Ausaco, Fumasa, Nylon Ñaña, textil Santa María, y otros, así como diversos frentes de defensa en el interior del País.

En abril de éste año se realiza la II Asamblea Nacional Sindical Clasista convocada por el CCUSC que logra concitar la atención de cientos de sindicatos clasistas. Hace un llamado a redoblar la lucha contra la Dictadura, privilegiar la acción directa de masas, y trabajar por reorientar la CGTP.

En junio de 1976 se dá el “Paquete Barúa”, (suba de la gasolina, de los alimentos, muy por encima de los salarios, prórroga de los convenios colectivos, suspensión del reajuste automático por costo de vida que afecta, a los textiles).

Y en agosto la dictadura militar de Morales Bermúdez y su Ministro del Interior Luis Cisneros Visquerra (el mismo de la guerra sucia) declaran el Estado de Emergencia y suspensión de garantías que duraría un año, recortándose el derecho de huelga, de reunión, y otros derechos democráticos. Se declara en emergencia el sector minero.

A partir de Octubre del 76 se produce una nueva oleada huelguistica que moviliza a los trabajadores municipales, de correos, hoteles, proletariado agrícola de Tuman Pucalá, Cayalti, acciones de protesta en Cajamarca, Huanuco, Piura, Tingo María, Iquitos y Huancayo. Los pescadores de Chimbote emprenden, una huelga que dura 54 días y termina con el despido masivo de trabajadores.

EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ

En septiembre del 76 lanza un manifiesto al pueblo peruano, bajo el título “Asistimos a la Bancarrota y estrepitoso fracaso de la revolución humanista, socialista, libertaria y cristiana”, donde se señala, el acentuamiento del carácter represivo y fascistizante de la Dictadura, el reagrupamiento de las clases y fracciones reaccionarias, consolidando su posición hegemónica los sectores pro-yanquis de la gran Burguesía industrial-financiera, y de la vieja oligarquía, que recupera posiciones; caracteriza el “Plan de Reactivación Económica” de Morales Bermúdez como paliativo de la crisis, a costa de mayor endeudamiento del país al imperialismo yanqui y de la intensificación de la sobre-explotación de los trabajadores.

El PC del P (Patria Roja), llama a las masas a seguir el combate superando la dispersión, el espontaneismo y economicismo, a extender y fortalecer los FEDIPS, a consolidar el CCUSC, y preparar el paro nacional en respuesta a la ofensiva antipopular, levantando desde ya la consigna de ¡Abajo la Dictadura! ¡Luchar por un Gobierno popular revolucionario!.

La historia de los últimos años había confirmado que la sola lucha económica era totalmente insuficiente para las masas trabajadoras. Paros, huelgas heroicas, movilizaciones masivas, pronunciamientos diversos, marchas de sacrificio, constituyeron una escuela de lucha muy importante, en la cual se templaron centenares de miles de trabajadores, despojándose de sus prejuicios y temores, sin embargo, esto era aún limitado en la medida que las masas no ingresaban de lleno a la lucha política.

En todos esos años el partido contribuyó grandemente a la movilización de masas, a la forja del camino independiente del proletariado y el pueblo, a desechar las ilusiones reformistas impulsando la acción directa de masas como método de lucha principal, contribuyendo a aislar políticamente a la Dictadura.

Las luchas sindicales y populares del 76 no logran vertebrar una respuesta unificada FRENTE a la política de la Dictadura, manteniéndose al Espontanéismo y economicismo, lo cual repercute en un reflujo transitorio a fines de año y primeros meses del 77, bajo la plena vigencia del Estado de Emergencia, y suspensión de garantías.

Los sectores reformistas condenan la lucha, de masas por “aventureras y provocadoras”, plantean una labor limitada de desenmascaramiento del gobierno mediante la propaganda, a la vez que consideran que existe un fracaso económico pero no político del programa, reformista de la dictadura. El tiempo echará al trasto estas posiciones y nos dará la razón.
EL PARO NACIONAL DEL 19 DE JULIO DE 1977

En Mayo de ese año, el Ministro-Empresario, Piazza decreta “El Paquete del Día de la Madre” como parte del programa de emergencia, del gobierno, paquete que contiene una serie de medidas antipopulares.

Como reacción se desencadenan paros y movilizaciones altamente combativas, de rechazo a las medidas hambreadoras y antidemocráticas, se integran a la lucha nuevos sectores de la población en Cusco, Sicuani, Quillabamba, Urubamba, Espinar, Arequipa, Puno, Huamanga, Trujillo, Huancavelica y otros. Se realiza una huelga exitosa de los trabajadores cañeros de Lambayeque (Mayo). El SUTEP entra al paro en junio, como resultado, son detenidos decenas de maestros, a raíz de la huelga de los mineros de Toquepala se deporta a Víctor Cuadros (Sec. General de la Federación Minera) y sus asesores legales.

El descontento y presión de las bases sindicales y sectores populares de todo el país obliga a la CGTP y CUL (Comando Unitario de Lucha), conformado por la CGTP, CNT, CTRP Lima; SUTEP, Comité de Coordinación de Lucha Barrial, y otras federaciones a convocar el PARO NACIONAL para el 19 de Julio.

El Paro es contundente, es el primer Paro Nacional exitoso desde 1919, y es acatado por los trabajadores de la mayoría de ciudades del país, comprometiendo una amplia participación de pueblos jóvenes, estudiantes, vendedores ambulantes, asalariados agrícolas, etc.

El Paro abre una etapa de auge en la lucha, y movilización de la clase obrera y el pueblo que en los años posteriores protagonizaran exitosas medidas de lucha como el grandioso Paro Nacional de Mayo de 1978, la huelga del SUTEP (81 días), de la FNMT, de los estatales, pueblo y trabajadores de Chimbote, huelgas de hambre masivas por la reposición de los despedidos.

La dictadura militar de Morales Bermúdez se ve obligada a acelerar la convocatoria de elecciones para constituyente como maniobra política para salir de su aislamiento. A la par de ello; inmediatamente después del Paro, contragolpea al movimiento sindical con el DS 010 por el cual se despiden y someten a juicio a más de 5,000 dirigentes sindicales y trabajadores, y se encarcela a más de un centenar de dirigentes.
SECUESTRO Y DESAPARICIÓN DE JESUS A. PAEZ

Jesús A. Páez dirigente obrero y popular estuvo siempre atento a las pulsaciones sociales de su época. Participó desde la fábrica y desde el Pueblo Joven, como dirigente, en las luchas contra el patrón y contra el gobierno dictatorial; educó; organizó y movilizó a centenares de trabajadores y pobladores, proyectando sus luchas hacia la conciencia y acción política revolucionaria.

No dio tregua ni se inclinó ante las presiones y amedrentamientos del SINAMOS, del Servicio de Inteligencia de la Marina, ni de las hordas policíacas de Seguridad del Estado; son ellos quienes en su desesperación e impotencia para hacerlo retroceder optan por secuestrarlo la mañana del 10 de agosto del año 1977, en la puerta de la fábrica textil Nuevo Mundo.

El secuestro, desaparición y asesinato de Jesús A. Páez es responsabilidad del Servicio de Inteligencia de la Marina, la Coordinación zonal del SINAMOS del Callao, y del Capitán de Navío Víctor Rodríguez Ortiz que trabajaba para esas instituciones y sirvió de Judas, de instrumento para acosar y martirizar al insobornable dirigente popular (Como se demuestra en otros documentos).

Este hecho constituye el primer ensayo de la modalidad de secuestros, desapariciones, tortura y ejecuciones extrajudiciales de tortura y de las fuerzas represivas, tan caro a Cisneros Visquerra, y que se ha experimentado masivamente en Argentina, Chile y en nuestra patria en la presente década.

“Cuando el torturador mata, nace el mártir. Nace para la historia y se multiplica en la memoria popular. Ser mártir es ser testigo de la historia. Este testimonio es el mayor ejemplo de conducta que puede asumir el ser humano. Históricamente representa una medida de los valores humanos de su personalidad; una medida de su carácter y temperamento, disponibilidad al servicio, valentía y fortaleza; muere por ser testigo ante el mundo, por eso muere, para que no maten a otros, por eso es testigo y revelador del porvenir, testigo de un nuevo mundo, de un nuevo orden” ( Camilo Ernesto Betancurt).

LA MILITANCIA POLÍTICA

La extracción popular de Jesús A. Páez y los años de trabajo como obrero en la fábrica, desarrollaron su emoción social llevándolo a identificarse plenamente con los intereses de su clase y de su pueblo.

Corrían los primeros años del gobierno velasquistas, implementándose una definida política antilaboral, dirigida a limitar y controlar las reivindicaciones de los trabajadores para asegurar altas ganancias a las empresas, y materializar los planes de desarrollo del gobierno; asegurar la paz social, y crear una base de apoyo al régimen, generando una ideología de conciliación de clases. En ésta época se decretó la bianualidad de los pliegos de reclamos (72), y se pusieron múltiples trabas para el reconocimiento de nuevas organizaciones sindicales, se crean organizaciones corporativas como el MLR, CTRP, CNA, JRP, bajo el control del aparato estatal, y se intenta capturar el movimiento sindical para convertirlo en apéndice del Estado.

La represión a la movilizaciones y lucha popular, concitaron la solidaridad, y marcaron hondamente la conciencia de los trabajadores, tal es el caso de la huelga minera del Centro (Nov. 71), las huelgas magisteriales (Set. 71, y Oct. 73), SIDERPERU, y Paramonga (73) y otras.En el sector textil, los desclasados dirigentes Apristas de la FTTP, Julio Cruzado y sus compinches, sirven como es su norma, a la patronal y se coluden con el gobierno. Las bases textiles muestran cada vez mayor descontento con aquellos dirigentes y van conformando, desde las bases, un movimiento de resistencia y lucha que más tarde se centralizaría a través del CLUGT (Comité de Lucha por la Unificación del Gremio Textil).

Son años en los que el Comité Regional “José Carlos Mariategui” del PC del P., despliega una intensa labor de esclarecimiento en el seno de la clase obrera y los pueblos jóvenes, afín de desechar las ilusiones del reformismo y mantener el camino independiente del proletariado y el pueblo; presidía su trabajo la consigna de ¡Todo con las masas, nada sin ellas!; impulsa las COPLAL (Comisiones Obreras para la lucha) como organismos semiclandestinos de resistencia, educación revolucionaria y conducción de las luchas de la clase obrera, edita “LUCHA OBRERA” como vocero de las Coplal y diversas publicaciones (Coplal Textil y otros).

Ganado por las ideas comunistas, en la fragua de la lucha y solidaridad de clase, Jesús A. Páez, ingresa a la militancia partidaria en 1974, con el seudónimo de C. Mauricio.

Conjuntamente con otros obreros textiles, conforme la célula “Julián Choque” de la que es elegido su responsable político. La Célula toma ese nombre en homenaje al C. Julián Choque Pariguaman, abnegado militante, comunista que cayera abatido por las balas de la dictadura militar en la ciudad de Cusco, el 23 de Noviembre del 73. El devenir histórico colocaría su nombre pocos años después al lado de quien le sirviera de ejemplo para ingresar a la militancia revolucionaria.

El trabajo de Jesús A. Páez como dirigente del Sindicato textil “Nuevo Mundo” y del pueblo joven Néstor Gambeta Baja, que hoy lleva su nombre, fue destacado y abnegado, toda vez que no escatimaba esfuerzos ni tiempo para entregarse febrilmente a la organización a pesar de sufrir una dolencia crónica bronco pulmonar.

En su relación permanente con las masas, en el fragor de la lucha de clases, en su trabajo como organizador comunista, y disciplinado militante, ganó reconocimiento y autoridad, cimentada precisamente en su alta calidad de combatiente revolucionario.

Su trabajo como dirigente político y de masas fue minucioso, supo combinar la teoría con la práctica y avanzar en el estudio colectivo e individual, lo pueden atestiguar quienes lucharon a su lado, así como diversos documentos que elaboró para orientar el accionar político de las células a su cargo, así también los manifiestos entregados a los pobladores, obreros de su fábrica y gremio, instándolos a la lucha de manera organizada, bajo un programa coherente y con proyección política.

¡SIGAMOS EL CAMINO DE JESÚS A. PAEZ!

La vida y enseñanza de Jesús A. Páez enriquece nuestra tradición revolucionaria y renueva nuestra fe y convicción en el futuro democrático-Popular, socialista, y comunista de nuestra patria.

Su nombre va unido al de otros cc. que cayeron bajo las balas asesinas de la Dictadura. Julián Choque (Cusco), Gudelio Espinoza, que murió luchando contra el imperialismo norteamericano y su pulpo la Cerro de Pasco, Cesar Gayoso, dirigente campesino de la Convención y Lares, asesinado por los agentes del SINAMOS, Elmer Gárate, estudiante ferista de arequipa, y decenas de luchadores populares que entregaron su vida al servicio de la causa revolucionaria.Ellos sirven de ejemplo a los militantes de nuestro glorioso partido y a todos los revolucionarios de nuestro pueblo, más aún hoy que se cierne sobre nuestra Patria un período de aguda lucha de clases, de polarización social, de enfrentamientos violentos y “guerra sucia”, que preludian una situación revolucionaria.

Honrar su memoria debe significar emular su vida de sacrificio, esfuerzo y fe al servicio del pueblo. Nuevos contingentes obreros y populares surgirán en la fábrica, en el campo, en los barrios, multiplicando su ejemplo, recogiendo y levantando su bandera de lucha, hasta la victoria final.


¡JESUS A. PAEZ PRESENTE!



*Discurso con motivo de cumplirse los 10 años del secuestro, desaparición y asesinato de Jesús A. Páez Vargas, a manos de la Dictadura Militar de Morales Bermúdez. Agosto, 1987