Luego de cinco días de intensas operaciones militares, el presidente ruso ordenó el repliegue de su ejército del territorio de Georgia, a cambio de “discusiones internacionales” para definir el futuro de Abjasia y Osetia del Sur. (*)
Incendio en la localidad de Mul, Osetia del Sur, después del bombardeo del ejército ruso.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Nicolas Sarkozy obtuvo en Moscú lo que una mayoría de analistas veía como imposible: que Rusia aceptara un plan de seis puntos propuesto por Francia en nombre de la Unión Europea para empezar a negociar con Georgia una solución a largo plazo sobre el conflicto cuatripartito que implica a Rusia, Georgia, Abjasia y Osetia del Sur. Luego de cinco días de combates y antes de recibir en Moscú a Sarkozy, el presidente ruso, Dimitri Medvedev, ordenó el fin de las operaciones militares en una región que fue teatro de una de las primeras invasiones de un país soberano desde el hundimiento de la URSS. Aunque con condiciones, Medvedev aceptó luego el plan de paz presentado por Sarkozy, cuyo país preside actualmente la presidencia rotativa de la Unión Europea. Anoche, el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, dio luz verde al acuerdo francés. “Hemos aprobado en general los seis principios del alto el fuego y arreglo del conflicto”, se congratuló Sarkozy desde Tiflis, la capital georgiana.
El texto de seis condiciones negociado por París en Moscú prevé el compromiso de “no recurrir a la fuerza”, de “cesar las hostilidades de forma definitiva”, de asegurar el “acceso libre a la ayuda humanitaria”, de replegar sus respectivas fuerzas militares: los georgianos a su “lugar habitual de estacionamiento” y los rusos a “las líneas anteriores al desencadenamiento de las hostilidades”. El último punto no figuraba en el paquete presentado por el presidente francés, del que desapareció el término “integridad territorial” (de Georgia). Rusia incluyó la necesidad de entablar “discusiones internacionales” sobre el estatuto de las provincias separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur y sobre las modalidades de una seguridad duradera en ambas provincias. En el curso de una conferencia de prensa conjunta con Medvedev, Sarkozy reconoció que la tarea que estaba por delante sería difícil, pero aclaró que Rusia se había comprometido a “garantizar y respetar la soberanía de Georgia”. A su vez, el jefe de Estado ruso indicó que los seis puntos del plan eran “buenos para resolver el problema, para poner fin a esta dramática situación y tanto Georgia como Osetia del Sur pueden asumirlos”.
Quedaba, no obstante, una escala más. Sarkozy dejó Moscú y partió ayer por la tarde rumbo a Tiflis, la capital de Georgia, para presentar el mismo texto que expuso en Moscú. A este respecto, el presidente ruso advirtió: “Si la parte georgiana está dispuesta a firmar y a replegar sus tropas hasta las posiciones iniciales y hacer lo que estipulan los puntos del plan, se abrirá el camino hacia la normalización de la situación en Osetia del Sur”.
Además de convencer a Georgia, Sarkozy tiene otro escollo por delante. A nivel europeo, uno de sus principales desafíos consiste en elaborar un consenso entre los 27 miembros de la Unión Europea. Los 27 están divididos en dos bloques: por un lado se encuentran los miembros históricos de la UE, sensibles a los argumentos de Moscú y a su potencia energética mundial; por el otro, se alinean los más recientes adherentes a la UE que son, además, ex satélites de la desaparecida Unión Soviética. Estos países pugnan a favor de una línea dura contra Moscú y denuncian la rudeza de la respuesta militar rusa. Esas mismas diferencias se trasladan al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del que Rusia es uno de los cinco miembros permanentes.
El conflicto del Cáucaso conoció un nuevo episodio de tensión justo en el momento en que Nicolas Sarkozy partía rumbo a Tiflis. Georgia anunció que había presentado una querella por “limpieza étnica” ante la Corte Penal Internacional, la CPI con sede en La Haya. La oficina del fiscal de la CPI, el juez argentino Luis Moreno Ocampo, indicó que ésta podría entablar una investigación preliminar sobre el conflicto entre Georgia y Rusia.
El lunes, Tiflis se dirigió a la Corte Europea de Derechos Humanos, la cual recomendó a Rusia evitar cualquier medida “capaz de amenazar la vida o la salud de las poblaciones civiles”.
Los testimonios de las agencias humanitarias que operan en las zonas de conflicto, de los corresponsales o los enviados especiales dan cuenta del hostigamiento de que son objeto las poblaciones civiles, víctimas de los bombardeos rusos. La Oficina de las Naciones Unidas para los refugiados, Acnur, evaluó en más de 100 mil las personas desplazadas por la guerra. Desde el jueves pasado, cinco periodistas murieron cubriendo este conflicto que ahora pende de seis puntos, de la voluntad de aplicarlos y de los medios para verificar su pleno respeto.
Ni Rusia ni Georgia son ejemplos citables del respeto a los derechos humanos o los códigos mínimos de convivencia con vecinos hostiles.
El texto de seis condiciones negociado por París en Moscú prevé el compromiso de “no recurrir a la fuerza”, de “cesar las hostilidades de forma definitiva”, de asegurar el “acceso libre a la ayuda humanitaria”, de replegar sus respectivas fuerzas militares: los georgianos a su “lugar habitual de estacionamiento” y los rusos a “las líneas anteriores al desencadenamiento de las hostilidades”. El último punto no figuraba en el paquete presentado por el presidente francés, del que desapareció el término “integridad territorial” (de Georgia). Rusia incluyó la necesidad de entablar “discusiones internacionales” sobre el estatuto de las provincias separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur y sobre las modalidades de una seguridad duradera en ambas provincias. En el curso de una conferencia de prensa conjunta con Medvedev, Sarkozy reconoció que la tarea que estaba por delante sería difícil, pero aclaró que Rusia se había comprometido a “garantizar y respetar la soberanía de Georgia”. A su vez, el jefe de Estado ruso indicó que los seis puntos del plan eran “buenos para resolver el problema, para poner fin a esta dramática situación y tanto Georgia como Osetia del Sur pueden asumirlos”.
Quedaba, no obstante, una escala más. Sarkozy dejó Moscú y partió ayer por la tarde rumbo a Tiflis, la capital de Georgia, para presentar el mismo texto que expuso en Moscú. A este respecto, el presidente ruso advirtió: “Si la parte georgiana está dispuesta a firmar y a replegar sus tropas hasta las posiciones iniciales y hacer lo que estipulan los puntos del plan, se abrirá el camino hacia la normalización de la situación en Osetia del Sur”.
Además de convencer a Georgia, Sarkozy tiene otro escollo por delante. A nivel europeo, uno de sus principales desafíos consiste en elaborar un consenso entre los 27 miembros de la Unión Europea. Los 27 están divididos en dos bloques: por un lado se encuentran los miembros históricos de la UE, sensibles a los argumentos de Moscú y a su potencia energética mundial; por el otro, se alinean los más recientes adherentes a la UE que son, además, ex satélites de la desaparecida Unión Soviética. Estos países pugnan a favor de una línea dura contra Moscú y denuncian la rudeza de la respuesta militar rusa. Esas mismas diferencias se trasladan al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del que Rusia es uno de los cinco miembros permanentes.
El conflicto del Cáucaso conoció un nuevo episodio de tensión justo en el momento en que Nicolas Sarkozy partía rumbo a Tiflis. Georgia anunció que había presentado una querella por “limpieza étnica” ante la Corte Penal Internacional, la CPI con sede en La Haya. La oficina del fiscal de la CPI, el juez argentino Luis Moreno Ocampo, indicó que ésta podría entablar una investigación preliminar sobre el conflicto entre Georgia y Rusia.
El lunes, Tiflis se dirigió a la Corte Europea de Derechos Humanos, la cual recomendó a Rusia evitar cualquier medida “capaz de amenazar la vida o la salud de las poblaciones civiles”.
Los testimonios de las agencias humanitarias que operan en las zonas de conflicto, de los corresponsales o los enviados especiales dan cuenta del hostigamiento de que son objeto las poblaciones civiles, víctimas de los bombardeos rusos. La Oficina de las Naciones Unidas para los refugiados, Acnur, evaluó en más de 100 mil las personas desplazadas por la guerra. Desde el jueves pasado, cinco periodistas murieron cubriendo este conflicto que ahora pende de seis puntos, de la voluntad de aplicarlos y de los medios para verificar su pleno respeto.
Ni Rusia ni Georgia son ejemplos citables del respeto a los derechos humanos o los códigos mínimos de convivencia con vecinos hostiles.
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