martes, 8 de julio de 2008

EL PARO AVANZA EL GOBIERNO SE DESESPERA / Por Manuel Guerra




Desesperación, no otra cosa puede explicar las posturas del Presidente García y su Premier Del Castillo respecto al paro del 9 de julio. Hasta hace poco ya habían hecho el ridículo declarando que la medida de lucha era fruto de manipulaciones políticas de los partidos comunistas y del nacionalismo; luego hicieron un amague de diálogo con “representaciones” sindicales que en su gran mayoría no eran otra cosa que representaciones del amarillaje aprista; después, en medio del aluvión de decretos leyes promulgados por el ejecutivo, han querido hacer pasar gato por liebre, pretendiendo que se ha dispuesto una verdadera revolución laboral con los dispositivos que regulan a las pequeñas y medianas empresas, cuando en realidad se conculcan derechos elementales al trabajador; finalmente, en el colmo del cinismo, han echado mano a endilgar la responsabilidad del paro nada mas ni nada menos que al Presidente de Bolivia, Evo Morales. Todo esto mezclado con las consabidas amenazas, los psicosociales, la demagogia barata.

La plataforma del paro corresponde a su carácter cívico popular, no se trata pues de reivindicaciones estrictamente sindicales; asimismo, en el paro confluirán sectores sociales que van más allá de los gremios laborales. Por ello resulta falaz la afirmación del gobierno que se trata de una plataforma política, porque poco o nada tiene que ver con las reivindicaciones laborales.

Efectivamente la plataforma tiene connotaciones políticas, en el sentido que apunta a frenar la política neoliberal en marcha, pues esta es la madre del cordero de los graves problemas que afectan al país y a los sectores populares. Lo que es muy distinto a que el paro re3sponde a intereses particulares de los partidos comunistas, tal como lo afirman los voceros gobiernistas.

La desesperación gobiernista revela un hecho inocultable: el paro del 9 de julio se ha colocado en el centro de la agenda política nacional. Conforme pasan los días la medida de lucha concita las adhesiones de los más amplios sectores populares, incluidas gran parte de los gobiernos regionales. Sucede que la población, más allá de la verborrea gobiernista, no ve voluntad de cambio, sino más bien el empeño de profundizar la economía de saqueo, de desvergonzado entreguismo, de exclusión para las mayorías, con altas dosis de corrupción y autoritarismo. La euforia con que la derecha presenta el crecimiento económico y las bondades del modelo, se traducen en el alza de precios, el deterioro de la economía familiar, la precarizad del empleo y conculcación de los derechos laborales.

Los sectores agrarios no se han dejado embaucar por los cantos de sirena del gobierno. Han exigido como condición para el diálogo la derogatoria de la las leyes que atentan contra la propiedad de sus tierras y han ratificado el paro agrario para los días 8 y 9, en tanto que las regiones amazónicas lo harán los días 8, 9 y 10 de julio.

Naturalmente el gobierno afirma que el paro será un fracaso, y lo seguirá afirmando no obstante que las evidencias muestren lo contrario. Ocultar la realidad, manipular la información, mentir hasta el cansancio, forma parte de su estrategia para ganarse a la opinión pública, a sabiendas que este es el factor clave en la confrontación política. Si logra sembrar la desconfianza, dividir al movimiento social, meter miedo, paralizar sus luchas, aislar a las vanguardias que enarbolan las banderas del cambio, entonces habrá ganado la batalla y el modelo continuará profundizándose sin mayores obstáculos.

Por ello en el presente contexto cobra importancia decisiva la lucha de ideas, la labor de persuasión, de propaganda, junto a la reconstrucción del tejido social. Incorporar en una gran gesta unitaria a todos aquellos que aspiran a cambios de verdad y aislar a quienes se empeñan en el continuismo neoliberal, es la tarea que debemos asumir de cara al paro del 9 de julio.