Tras cinco años de férrea alianza entre el gobierno paraguayo y su par taiwanés, la victoria de Fernando Lugo en las pasadas elecciones presidenciales ha situado en un punto crítico la hasta ahora inquebrantable lealtad paraguaya a la República de China. Ante ese incierto panorama es más conveniente que nunca analizar la realidad que ha caracterizado las relaciones entre el gobierno de Duarte Frutos y Taiwán, ya que en buena medida ello contribuye a explicar la difícil situación a la que se enfrenta la tradicional alianza paraguayo-taiwanesa tras la victoria de la oposición. En Setiembre de 2003, a sólo un mes de su llegada al poder, el flamante presidente paraguayo Nicanor Duarte Frutos llevó a cabo una encendida defensa del gobierno de la República de China ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, instando a las demás naciones a apoyar las pretensiones taiwanesas de conseguir un asiento en la ONU. Cinco años después, el entendimiento y la alianza entre el tradicional partido oficialista paraguayo, el Partido Colorado, con las autoridades de la República de China no han hecho más que aumentar, aunque el futuro que parece esperar a la tradicional amistad paraguayo-taiwanesa dista mucho de ser idílico, ya que la negativa percepción que gran parte de la oposición tiene de la diplomacia taiwanesa ha ido incrementándose a medida que el gobierno de Duarte Frutos estrechaba sus lazos con el gobierno de Chen Shui-bian. En estos cinco años las relaciones entre el gobierno de Duarte Frutos y la República de China se han basado en la férrea defensa del gobierno de Taiwán, por parte de Paraguay, en organismos multilaterales -Mercosur- e internacionales –ONU, OMS…- y en un flujo continuo de donaciones y créditos concedidos al gobierno paraguayo por el gobierno de Taipei. Gracias a esos créditos el gobierno de Duarte Frutos ha llevado a cabo un extenso programa de construcción de viviendas populares, el mayor llevado a cabo jamás en la nación sudamericana, con la finalidad de proteger a los sectores más carenciados de la sociedad paraguaya. El programa, financiado por Taiwán con unos 56 millones de dólares, ha estado rodeado de contínuas polémicas y escándalos; en efecto, desde las filas de la oposición se ha criticado el más que evidente uso populista que el presidente paraguayo ha dado a la construcción de viviendas populares, además de la vinculación de éstas con la campaña electoral de Duarte Frutos. Y es que, efectivamente, la construcción de viviendas populares gracias a las ayudas taiwanesas fue uno de los compromisos electorales de Duarte en el 2003, además de ser uno de los logros personales reivindicados por el presidente en las elecciones del pasado 20 de abril. La oposición también ha criticado la ausencia de transparencia en el control y gestión de esas ayudas, ya que incluso parte de esos créditos llegó a destinarse a ONG’s vinculadas a empresarios1 y, por si fuera poco, muchas de las viviendas populares construidas adolecían de graves problemas estructurales que las hacían prácticamente inservibles2.
Además de los créditos destinados a viviendas populares, Paraguay también ha recibido en estos cinco años infinidad de donaciones de Taiwán que, en ocasiones, recibieron un total rechazo de la oposición. El caso más célebre tuvo lugar pocos días antes de la llegada del presidente Chen Shui-bian a Paraguay en abril de 2006, tras la donación del embajador taiwanés de 200.000 doláres destinados a la compra de 110 computadoras portátiles para los miembros del Congreso paraguayo, donación tachada de “infame y corruptora” por parte de importantes parlamentarios opositores, como el liberal Miguel A. Saguier, que incluso abogaron por romper relaciones con Taiwán y establecerlas con la China Continental y que derivó en el boicot de la casi totalidad de la oposición paraguaya –PPS, PQ, PLRA, PEN y UNACE- a la sesión de honor preparada al presidente Chen en el Congreso paraguayo. Boicot que fue, si cabe, aún más hiriente pare el mandatario taiwanés ya que el actual edificio del Congreso paraguayo fue construido recientemente gracias a una donación taiwanesa de 20 millones de dólares. Por otra parte, cabe decir que en estos cinco últimos años se ha hecho más evidente que nunca la verdadera naturaleza de la alianza entre Paraguay y Taiwán, ya que si la República de China encuentra en Paraguay un aliado inquebrantable e importantísimo, sobre todo en el Mercosur, para Paraguay las donaciones y créditos taiwaneses suponen un continuo aporte anual de fondos, que se miden en millones de dólares. Ello se ve claramente, además, repasando brevemente las recíprocas visitas oficiales de altas personalidades entre ambos países y sus consecuencias económicas. Y es que si tras la primera visita del vicepresidente paraguayo a Taiwán en febrero de 2004 Luis A. Castiglioni retornaba a Paraguay con una nueva donación de 30 millones de dólares y el aplazamiento del pago de la deuda de 400 millones de dólares contraída por Paraguay con diversos bancos taiwaneses, dos años después Chen Shui-Bian, en el transcurso de su visita a Paraguay, ofrecía subsidios por valor de 250 millones de dólares a los empresarios taiwaneses que desearan invertir en Paraguay. Y de nuevo un año más tarde, en la segunda visita oficial de Nicanor Duarte a Taiwán, éste conseguía que las autoridades isleñas le concedieran una nueva donación de 71 millones de dólares. Los intereses del viaje presidencial quedaron refeljados de manera genial en la prensa del país sudamericano; y es que si el 30 de septiembre el diario de mayor tirada del país, el periódico ABC Color, encabezaba uno de sus artículos de manera irónica con un “Confirman viaje presidencial a Taiwán para traer más dinero”, el 5 de octubre se podía leer “Nicanor va con un listado de pedidos para Taiwán” y, por último, en la portada del 14 de octubre afirmaba “Nicanor volvió ayer de Taiwán con US$ 71 millones y retomó su cargo”.
Titulares que, como decíamos, muestran a la perfección el verdadero interés que ha tenido para el gobierno de Nicanor Duarte la amistad con Taiwán, aunque esa política haya sido ampliamente criticada por la oposición paraguaya a causa del manejo politico de las ayudas, a su vinculación con casos de corrupción y a que la cooperación taiwanesa se basaba en donaciones y no en inversiones productivas. Por último, en este breve análisis de las relaciones entre el gobierno de Duarte Frutos y la República de China no debemos obviar uno de los aspectos que ha tenido mayor repercusión y relevancia en estos cinco años, y que no es otro que el de las constantes presiones a las que se ha visto expuesto el gobierno paraguayo por parte de sus vecinos del Mercosur, a causa de su alianza con Taiwán. Efectivamente, la ofensiva de la República Popular de China en torno a Paraguay se ha valido de múltiples vías, entre las que destacan su acercamiento a la oposición y a los empresarios paraguayos y, también, la presión ejercida por los grandes socios del Mercosur, Brasil y Argentina, a su favor. Y es que, efectivamente, desde China continental se pidió a principios del año 2004 tanto al presidente argentino como al brasileño que intercedieran ante el gobierno de Paraguay para que aceptara establecer relaciones diplomáticas con la República Popular y reconociera el principio de “una sola China”, pedidos a los que respondieron afirmativamente Néstor Kirchner y Lula da Silva, presiones que se hicieron más que evidentes en mayo en el caso brasileño y en julio en el caso argentino. Presiones que, por otro lado, fueron in crescendo durante todo el 2004 y, sobre todo, a partir de diciembre de ese año, cuando Paraguay estaba en vísperas de hacerse con la Presidencia pro témpore del Mercosur. A esa ofensiva pro china continental, Nicanor respondió reafirmando su apoyo a Taiwán e impulsando negociaciones con el gobierno de Taipei con vistas a firmar un Tratado de Libre Comercio, intentando convertir así a Paraguay en la punta de lanza de los inversores taiwaneses en el Mercosur y eclipsando las negociaciones sobre el hipotético Tratado de Libre Comercio que, en aquel entonces, impulsaban los restantes tres socios del Mercosur con China continental –no es casual que Hu Jintao visitara Argentina, Chile y Brasil a mediados de noviembre de 2004-. Las presiones sobre Nicanor Duarte aumentaron tras asumir éste la presidencia pro témpore del bloque en enero de 2005, ya que Brasil traspasó a Paraguay el mandato regional de continuar las negociaciones entre el Mercosur y la República Popular de China en favor de lograr el establecimiento de un área de libre comercio, y por tanto el gobierno paraguayo se vio en la enorme dificultad de mantener contactos con líderes y técnicos de China continental, país con el que no mantenia relaciones diplomáticas. Obviamente, la República Popular vinculaba el éxito de las negociaciones al reconocimiento diplomático de Beijing por parte de Paraguay, por lo que tanto las negociaciones en torno a los Tratados de Libre Comercio entre Paraguay y Taiwán, y entre el Mercosur y la República Popular de China fracasaron. Y, por otro lado, el hecho de que en los últimos años las relaciones entre China continental con los países integrantes del Mercosur se hayan desarrollado mayoritariamente desde el ámbito estrictamente bilateral se debe a las grandes divergencias entre sus miembros, ya que Paraguay ha mantenido férreamente su alianza con Taiwán, a lo largo de estos últimos cinco años, pese a las constantes presiones de los demás miembros del bloque, que han intentado estrechar los lazos con la República Popular aprovechando la institución regional para tener mayor poder de negociación con el gigante asiático. Estrategia regional que podría volver a ganar impulso tras el cambio político en Paraguay.