martes, 29 de julio de 2008

Los jóvenes turcos recuperan como símbolo de rebeldía la figura de Deniz Gezmis, líder izquierdista ejecutado en 1972






Hasta hace bien poco, uno de los callejones que desemboca en el Liceo de Galatasaray estaba cubierto de grafitos: siluetas de Malcolm X y el Che, pintadas contra las bananas de la multinacional Chiquita (sucesora de la United Fruit Company), contra la guerra. Entre todo ello, destacaban varias efigies de Deniz Gezmis, el líder del 68 turco.

Gezmis, uno de los más grandes revolucionarios que ha parido la tierra de Anatolia, es un icono de la izquierda turca. No hay manifestación sin camisetas o banderas con su rostro, y menos ahora, por la celebración del 40° aniversario de aquel año de revueltas. "Al ser uno de los líderes de la generación del 68, Deniz, como el Che Guevara, ha sido convertido en material de la cultura pop para el consumo", dice el columnista Cengiz Çandar. No le falta razón a este exizquierdista reconvertido en reformista liberal, pero lo cierto es que Gezmis sigue siendo un asidero común y referente moral para la fragmentadísima izquierda turca.

Marines al agua

Fue en sus años de instituto, en los movidos 60, cuando Deniz Gezmis conoció las ideas marxistas. Luego frecuentaría el Partido de los Obreros de Turquía y ya en la universidad, convertido en dirigente estudiantil, encabezó las acciones más sonadas de la izquierda turca. El 12 de junio de 1968, puso en pie de guerra la Universidad de Estambul cuando los estudiantes ocuparon la Facultad de Derecho para protestar por la situación de la educación y exigir la autonomía universitaria. La policía los desalojó por la fuerza, pero no se dieron por vencidos. Días después, ante la llegada de la Sexta Flota de EEUU --que en ese año invadió Vietnam--, Deniz y sus camaradas irrumpieron en el desfile militar y arrojaron a varios marines a las frías aguas del estrecho del Bósforo. Los soldados de la mayor potencia mundial hubieron de ser rescatados del mar empapados y humillados.

Luego llegaron los intermitentes periodos de cárcel para Gezmis, las divergencias con el partido comunista mayoritario, la fundación de un grupo armado clandestino, el entrenamiento en los campos palestinos, el secuestro de militares estadounidenses, el arresto- y la condena a muerte, ejecutada el 6 de mayo de 1972.

Cada año, algunas decenas de antiguos camaradas y simpatizantes se congregan para recordarlo. Pero este año ha sido diferente: no solo había veteranos sindicalistas y políticos, sino que las concentraciones en Estambul y Ankara estuvieron plagadas de jóvenes estudiantes de instituto y universidad. "Creía que a estas cosas solo asistíamos ya viejos luchadores", dijo sorprendido Dogan, un periodista experimentado en las luchas sociales.

El porqué de la recuperación del mito no está solo en la coincidencia del aniversario. La popular serie de televisión Hatirla Sevgili (Recuerda, cariño), similar a la española Cuéntame, narró esta temporada la historia de Gezmis, con una alta cuota de pantalla. Los jóvenes turcos lo han recuperado de esta forma como un nuevo símbolo de rebeldía, aunque haya sido a través de la caja tonta.

Poco antes de morir, Deniz Gezmis pidió que le sirvieran un té y le dejaran escuchar el Concierto de Aranjuez, de Rodrigo. Fue conducido a la horca y antes de que lo colgaran logró gritar: "¡Larga vida a una Turquía independiente! ¡Viva el marxismo-leninismo! ¡Viva la hermandad entre los pueblos kurdo y turco! ¡Vivan los obreros y campesinos! ¡Fuera el imperialismo!". A lo que siguieron 52 minutos de agonía en los que el forense se le acercaba continuamente para certificar su muerte, sin éxito.

Entereza

Para su familia, dejó escrita una carta de despedida tan bella como la de su equivalente latinoamericano, que demuestra la entereza de un hombre que luchó hasta el fin --de manera acertada o equivocada-- por sus ideas: "Padre, (...) las personas nacen, crecen, viven y mueren.

No es importante vivir largo tiempo, sino lograr muchas cosas. Es por eso que no me importa morir temprano. (...) A ti corresponde consolar a mi madre. Dejo mis libros a mi hermano pequeño. Quiero que sea científico. No le dejes olvidar que estudiar la ciencia es un servicio a la humanidad. No me arrepiento de lo que he hecho. Os abrazo (...) con toda la pasión revolucionaria".Desde hace unas semanas, esta carta, leída por un imitador, se puede descargar como politono para el móvil por unos céntimos de lira. Signo de los tiempos.