Cambio de rumbo. Esta es la frase que sintetiza el anhelo de la gran mayoría de la población peruana que respaldó el paro del 9 de julio convocado por la Coordinadora Política Social (CPS). Este claro mensaje que se dejó oír en todos los rincones de la patria, pretende ser desconocido por el gobierno recurriendo a manoseados libretos a los que echan mano los regímenes autoritarios, queriendo convencer que se trató de una medida fracasada.
Lo cierto es que, por donde se lo mire, el paro del 9 de julio constituyó un gran triunfo popular. En primer lugar porque se ha modificado la correlación política en el país, con un saldo favorable a los sectores que cuestionan al modelo neoliberal y enarbolan las banderas de cambios profundos, y desfavorable a quienes promueven la profundización y el continuismo del capitalismo salvaje. En segundo lugar porque se ha logrado un avance importante en la unidad de los vastos y múltiples sectores sociales y políticos que aspiran al cambio. Unidad forjada desde las bases, donde se constituyeron los comités de paro y las coordinadoras políticas y sociales a nivel de barrio, distrito, provincia y región, proceso en el cual se fue reconstruyendo el tejido social que fuera desarticulado en las últimas décadas por acción de la ofensiva neoliberal. En tercer lugar porque se la logrado darle al paro un carácter cívico popular, asentado en una plataforma de lucha que rabaza largamente las reivindicaciones estrictamente gremiales. No se trató pues, como dice el gobierno, de un paro solo de la CGTP, sino de una lucha donde también jugaron un rol protagónico los frentes regionales, las organizaciones campesinas, los movimientos juveniles y estudiantiles, las organizaciones de mujeres, movimientos ecologistas, mercados, partidos políticos de izquierda, nacionalistas y democráticos, entre otros. En cuarto lugar porque los sectores populares han asumido la necesidad de darle perspectiva a este proceso trabajando por la constitución de la Asamblea de los Pueblos del Perú el próximo 4 de noviembre, lo que representa un salto de calidad en la organización popular y en la propuesta programática que debe asumir. En quinto lugar porque en este proceso se han ido asentando y generando liderazgos, tanto colectivos, como personales, cuyo papel es sumamente relevante en la lucha para derrotar al neoliberalismo y abrir un nuevo curso para el país.
Estos logros conquistados al calor del paro del 9 de julio tendrán profundas repercusiones en el escenario político nacional de los próximos años, por eso resultan ridículos los intentos del gobierno de querer echarle tierra al asunto y pretender que aquí no ha pasado nada. En el fondo la derecha es conciente que el piso se les ha movido, por ello ya se ha echado a andar una dura campaña de su parte para neutralizar sus efectos.